Mantener el apoyo a Kiev es clave. Como dice el líder ucraniano, su país solo quiere una libertad como la que disfruta España
NotMid 01/07/2023
OPINIÓN
Volodimir Zelenski encarna, hoy con más determinación que nunca, el combate entre democracia y autoritarismo, libertad y tiranía, humanismo y barbarie, que se está librando en Ucrania. El coraje personal con el que ha liderado la resistencia de su país a doblegarse ante un enemigo mucho más poderoso y obcecado en aniquilar su identidad nacional ha quedado aún más de relieve en medio del caos que ha sembrado en Rusia la rebelión del Grupo Wagner. Un motín que ha puesto al Kremlin contra las cuerdas y que el presidente ucraniano, entrevistado por Alberto Rojas en nuestro Primer plano, trata de aprovechar para darle a la guerra el vuelco definitivo reclamando a Occidente que no desfallezca en su apoyo. Y recordando a España, «un país igual», que la causa de Ucrania es la causa de Europa: «Queremos libertad y vivir como ustedes».
Mientras Zelenski ha permanecido en primera línea de combate, renunciando a ser evacuado y poniendo en riesgo su propia vida junto a la de sus soldados y la de los civiles que Moscú ha convertido en objetivo, Putin desapareció para esconderse en los primeros compases de la insurrección de sus propios mercenarios. Mientras el presidente ucraniano ha ido creciendo en altura y legimitidad, Putin ha exhibido una debilidad sangrante, derivada de la caótica gestión de una guerra convertida en callejón sin salida y de las grietas que resquebrajan las cúpulas de su ejército y de su Gobierno, que por primera vez empiezan a cuestionar su poder absoluto. Mientras Zelenski ha ido cosechando apoyos internacionales cada vez más sólidos, Putin ha ido perdiéndolos y quedándose solo en una Rusia convertida en paria internacional.
En palabras del líder ucraniano: «Putin ahora está más amenazado que yo. Hay más gente que quiere matarle». El líder ruso afronta el mayor desafío a su poder en dos décadas, protagonizado por un señor de la guerra, Yevgeny Prigozhin, al que ni siquiera ha castigado con la contundencia que semejante traición habría merecido en otros tiempos. Una prueba de vulnerabilidad inquietante para un régimen que él mismo ha moldeado en el culto a su personalidad.
Los aliados occidentales de Kiev observan cuidadosamente la crisis rusa. Un Putin acorralado es más peligroso, argumentan las voces partidarias de remendar una paz acelerada tras 16 meses de guerra. Más peligroso es, sin embargo, flaquear ahora en el apoyo militar a Kiev, que se ha demostrado crucial para apuntalar a un Gobierno que defiende en Ucrania los mismos valores sobre los que se ha fundado la Unión Europea. Unos valores que las autocracias iliberales están poniendo en jaque y que España también debe defender con firmeza. El primer viaje de Pedro Sánchez a Kiev como presidente del Consejo de la UE es en este sentido un importante gesto lleno de simbolismo que Ucrania merece.