Pekín no da luz verde para nuevos préstamos de su icónico oso en plena tensión bilateral
NotMid 04/10/2023
ASIA
Todo el merchandising de Chengdu gira en torno al panda gigante: camisetas, gorras, llaveros e infinidad de peluches…; hay un panda de plástico de 15 metros trepando por encima del edificio de Prada y otro hecho de bambú que camina sobre una cuerda floja que atraviesa un río. También los hay de verdad. Estos se encuentran en la base de investigación de pandas gigantes, un parque a 10 kilómetros del centro de esta ciudad al suroeste de China.
La estrella del parque es Ya Ya, una hembra de 23 años cuyo regreso a China desde un zoológico en Estados Unidos el pasado abril desató una ola de nacionalismo en el país asiático. Varias imágenes en las que aparecía Ya Ya muy delgada y con poco pelaje se viralizaron en las redes sociales chinas. Algunos medios de comunicación estatales aprovecharon la polémica para lanzar una campaña contra Estados Unidos por la «mala salud» de sus pandas.
Ya Ya y su pareja masculina, Le Le, llegaron a EEUU en 2003 como culmen del mejor momento de las relaciones entre ambos países. Era un préstamo por 20 años que formaba parte de la llamada diplomacia del panda, una estrategia de diplomacia blanda que popularizó Pekín en pleno aperturismo hacia Occidente, cediendo por un tiempo limitado a sus icónicos animales a muchos países como símbolo de amistad.
Le Le, quien también debía regresar a China tras el préstamo, murió repentinamente de una enfermedad cardíaca a principios de febrero, lo que disparó las acusaciones en el gigante asiático de maltrato por parte del zoológico de Memphis donde se encontraba la pareja.
En Weibo, el hermano chino de Twitter, el tema fue tendencia durante semanas, con los usuarios siguiendo al minuto los movimientos de Ya Ya gracias a las transmisiones en vivo de las cámaras del zoológico, o incluso con actualizaciones sobre su estado que enviaban chinos residentes en EEUU que habían viajado hasta Memphis únicamente para comprobar cómo se encontraba el panda. El regreso de Ya Ya se celebró como una victoria. Fue un claro ejemplo del deterioro de las relaciones entre las dos superpotencias mundiales.
Ya Ya es uno de los 237 pandas que se encuentran en estos momentos en el parque de Chengdu, donde los conservacionistas buscan reproducir y criar pandas en cautiverio para liberarlos en reservas aisladas de la provincia de Sichuan, que acoge al 75% de los más de 1.800 pandas gigantes que viven en su hábitat.
A finales de este año, Chengdu contará con tres animales más que ahora se encuentran en el Zoológico Nacional de Washington. Mei Xiang y Tian Tian, de 25 y 26 años, regresarán a China con su cachorro de tres años, Xiao Qi Ji. Eso será en diciembre, cuando expire el acuerdo de préstamo. En 2024, los gemelos Ya Lun y Xi Lun, y sus padres, Lun Lun y Yang Yang, que viven en el Zoológico de Atlanta, también volverán al país asiático.
Estas últimas salidas serán especialmente significativas porque Estados Unidos se despedirá por completo de la especie por primera vez en 50 años. En Pekín no han dado luz verde para nuevos préstamos ni han previsto ningún otro acuerdo para enviar una nueva pareja de pandas.
¿Será el fin de la diplomacia del panda que tan buenos resultados le ha dado a China? “Los pandas siempre han sido un puente de amistad. Estamos dispuestos a seguir trabajando con Estados Unidos para fortalecer la cooperación y proteger a las especies en peligro de extinción”, decía hace unos días Mao Ning, portavoz del Ministerio de Exteriores de China, dejando una puerta a que se retomen los préstamos de estos animales, siempre y cuando continúe la tendencia actual de deshielo entre los dos titanes del tablero geopolítico.
PELIGRO DE EXTINCIÓN
China dejó de regalar pandas en 1982, como parte de los esfuerzos para proteger a la especie en peligro de extinción. Pero Pekín, dos años después, comenzó a ofrecer parejas en formato de préstamos a corto plazo -de 10 a 20 años- que garantizaban que los animales serían devueltos al país.
A cambio, los zoológicos que los acogían debían pagar una tarifa anual (alrededor de 800.000 euros) para conservar a los pandas con fines de investigación y exhibición. En el caso de que uno muriera durante el préstamo, como ocurrió con Le Le, su cuerpo debía ser devuelto igualmente a China, junto con una multa de 470.000 euros.
El gigante asiático ha utilizado a sus pandas como eficaz herramienta de diplomacia moderna desde la década de los 50. En mitad de la Guerra Fría, Pekín fue testigo de un histórico apretón de manos entre el presidente estadounidense Richard Nixon y el entonces líder Mao Zedong. Algunos historiadores se refieren a esa visita como el momento en el que China comenzó su apertura al resto del mundo. Para confirmar la normalización de las relaciones, Mao regaló dos pandas a EEUU.
Esta diplomacia también le ha servido a China para sellar importantes acuerdos comerciales o para ganarse aliados de cara a enfrentar los problemas con sus tres hijos díscolos: Tíbet, Hong Kong y Taiwan. Incluso después de la masacre de Tiananmen (1989), para limpiar su dañada reputación, Pekín agasajó con pandas a varios países, entre ellos a España, logrando que la condena internacional no fuera unánime y que muchos líderes miraran hacia otro lado tras la matanza.
Agencias