Tras años de restricciones, el país se prepara para la vuelta a la normalidad de su principal periodo vacacional, con 2.100 millones de desplazamientos

NotMid 10/01/2023

ASIA

El último Año Nuevo chino que Cai pasó con su familia fue el de enero de 2019. Viajó desde Shanghai hasta su ciudad natal, Ezhou, la segunda más grande de la provincia central de Hubei, donde aquellos días, en su capital, Wuhan, había saltado lo que entonces se consideraba una extraña neumonía. Tras las fiestas, Cai, periodista de 33 años, se quedó encerrado en casa de sus padres porque el primer confinamiento de Wuhan ya se había extendido por toda la provincia. No pudo volver a Shanghai hasta marzo. Y desde entonces sólo ha regresado una vez a Ezhou, el pasado octubre, durante las vacaciones por el Día Nacional de China.

El periodista, que dirige la sección de Tecnología en la edición en inglés de un diario local de la capital financiera del gigante asiático, ya tiene las maletas preparadas para subirse esta semana a un tren de vuelta a casa. Hasta el día 21 no comienzan oficialmente las vacaciones de Año Nuevo en China, pero desde el pasado sábado se abrió lo que se conoce como el chun yunun periodo de viajes que dura hasta 40 días y que representa la mayor migración de personas que el mundo ve cada año.

“Va a ser nuestra primera gran fiesta sin las restricciones del Covid cero. Por fin podemos viajar por nuestro país sin tener que comprobar cada minuto si nuestro lugar de partida se considera un área de alto riesgo y está sujeto a cuarentenas, sin tener activada la aplicación de rastreo y sin miedo a que nos confinen al llegar a nuestro destino o a tener que mostrar pruebas PCR. Incluso ya podemos viajar a otros países y volver con normalidad. Hemos estado tres años privados de todo esto, por ello he adelantado mi viaje y trabajaré estos días desde casa de mis padres”, relata Cai.

Como bien explica el periodista, desde 2020, este será el primer (y el más importante) feriado en la segunda economía mundial libre de las restricciones de viajes. Las autoridades lo saben y por ello prevén que el movimiento de pasajeros por tierra, mar y aire se dispare hasta un 99,5% interanual. Eso, según el Ministerio de Transporte, son 2.100 millones de viajes. La cifra todavía supone el 70,3% de los desplazamientos que hubo cuando el mundo aún no conocía la pandemia, pero será un buen chute para el mermado consumo interno.

Sólo el sábado, el primer día del chun yun, hubo casi 35 millones de viajes, un 38% más que durante la jornada equivalente del año pasado. Las zonas más concurridas de megaurbes como Shanghai y Pekín ya empiezan a notar menos movimiento del habitual porque muchos trabajadores se han marchado a sus ciudades aprovechando que esta semana los billetes, sobre todo de avión, están bastante más baratos que en la previa del también llamado Festival de Primavera.

El problema es que la mayor migración del planeta ha comenzado justo cuando una explosión de infecciones por Covid golpea a China. Eso ya ocurrió en 2020, cuando, antes de que comenzaran los confinamientos, los viajes por Año Nuevo propagaron el virus, tanto dentro como fuera de las fronteras chinas.

En cambio, tras derribar de golpe la severa política del Covid cero, ahora son muchos más los casos positivos que están saltando y las autoridades temen que los aviones y trenes lleven el virus a los rincones más remotos del país, donde todavía no han experimentado grandes brotes, a diferencia de las urbes más pobladas. Por esta razón, el Gobierno lleva desde finales del año pasado tratando de apuntalar el sistema sanitario de las zonas rurales, menos equipadas con camas en las UCI y ventiladores para tratar los casos graves.

Estos días, en las estaciones de tren de Shanghai se ve mucho más trasiego del habitual. Lo mismo ocurre en los dos grandes aeropuertos de la ciudad. Como consecuencia directa de la reapertura de fronteras, desde el domingo, por primera vez en tres años, las salas de salidas y llegadas internacionales han recuperado parte del barullo perdido y han vuelto a formarse largas colas en los mostradores de facturación, sobre todo para aquellos vuelos que iban hasta Hong Kong, cuyas fronteras también han estado bloqueadas todo este tiempo para los viajeros de China continental.

Incluso ha habido en los aeropuertos emotivos reencuentros de familias que no se veían desde que comenzó la pandemia. Han sido muchos los nacionales que, aprovechando que su país ya no exige cuarentena de entrada y que han bajado los precios de los billetes de vuelta, han regresado a China para pasar las vacaciones en casa. Los periódicos locales llenaron sus páginas a principios de semana con amplias galerías de estos reencuentros.

Las acciones asiáticas subieron el lunes tras la apertura de las fronteras chinas y las dos ciudades más importantes del país, Pekín y Shanghai, ya han comenzado a intensificar los esfuerzos para atraer inversores extranjeros, reiniciando las reuniones presenciales de altos funcionarios con representantes de grandes multinacionales para tratar de impulsar la recuperación de una economía en plena desaceleración: un 4,4% de crecimiento en 2022. Fue la marca que dio el presidente Xi Jinping durante su discurso de Nochevieja. Una cifra más baja que la previsión del 5,5% que Pekín fijó en marzo del año pasado, aunque más fuerte que el pronóstico del 2,8% que aparecía en un informe del Banco Mundial o del 3,2% previsto por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

“La economía de China es resistente y tiene buen potencial y vitalidad. Sus fundamentos a largo plazo permanecen sin cambios. Mientras tengamos confianza y busquemos el progreso de manera constante, podremos lograr nuestros objetivos”, dijo Xi, muy confiado en que ahora, tras el fin de los bloqueos masivos, se reactive el consumo interno y se refuerce de nuevo el crecimiento.

Lucas De La Cal

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