Ya son una docena de países los que están imponiendo restricciones a los viajeros que salen de la segunda potencia mundial

NotMid 04/01/2023

ASIA

China, a la inversa de lo que hizo en marzo de 2020, anunció a finales del año pasado que sus fronteras, después de más de 1.000 días herméticamente selladas, se reabrirán a partir del 8 de enero. Al fin dejará de ser la única gran economía que seguía aislada del mundo. Con lo que seguramente no contaban en el gigante asiático, donde se han pasado tres años restringiendo vuelos internacionales, prohibiendo la entrada a turistas y obligando a hacer largas cuarentenas a nacionales y extranjeros con permiso de residencia, es que serían otros países los que comenzarían a levantar puertas a las llegadas de sus viajeros por miedo a que la ola de Covid que ha explotado en China salpique con nuevas variantes al resto del mundo.

Ya son una docena de países los que están imponiendo restricciones a los viajeros que salen de la segunda potencia mundial. Se les exige al menos mostrar una prueba PCR negativa que no exceda las 48 horas antes de tomar el vuelo. Es el mismo requerimiento que pedirá Pekín a partir de la semana que viene, cuando se levanten las cuarentenas de entrada. Pero al Gobierno chino parece que no le está gustando ahora probar de su propia medicina.

“Algunos países han establecido restricciones de entrada dirigidas exclusivamente a los viajeros chinos. Esto no tiene base científica y algunas prácticas son inaceptables”, protestó el martes Mao Ning, portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de China, advirtiendo además de que su país podría tomar “contramedidas” como represalia. “Nos oponemos firmemente a los intentos de politizar las medidas de prevención y control de epidemias, y tomaremos las medidas apropiadas de acuerdo con el principio de reciprocidad en diversas situaciones“, advirtió. Mao también agregó que su país estaba listo para “fortalecer la comunicación con la comunidad internacional y trabajar juntos para derrotar al Covid”.

Parece ser que a Pekín se le ha olvidado cuando, mientras en Occidente ya estaban conviviendo con el virus, se exigían para entrar a China dos pruebas PCR y una analítica de sangre realizada en una clínica privada que luego enviaba esos datos a la embajada china del país correspondiente. O cuando en 2021 endurecieron su política de entrada para funcionarios y diplomáticos extranjeros, advirtiendo de que el país que quisiera enviar a su personal a China, tenía que tener listo un avión privado medicalizado, por si en algún momento ese funcionario daba positivo, para que pudiera ser evacuado de inmediato.

Al principio, las cuarentenas en China se alargaban hasta los 21 días. Los extranjeros las cumplían encerrados en una habitación de hotel pagada de su bolsillo, con tres PCR diarias, no sólo a los huéspedes, sino que han llegado a hacer test, como fue testigo este periódico durante una de estas cuarentenas, a las maletas y a las pantallas de los móviles en busca de algún rastro del virus. A muchos chinos que regresaban a su país los llevaban a mega centros de aislamiento centralizado, donde pasaban las tres semanas confinados en una especie de cápsula con rejas en las ventanas.

La China que protesta ahora por las restricciones -“sin base científica”-, ha estado hasta hace apenas unos meses atrás sin aprobar la emisión de nuevos pasaportes por “razones no esenciales”. Incluso a muchos nacionales con el pasaporte en vigor se les echaba para atrás cuando estaban a punto de embarcar si trataban de salir con una visa de turismo.

Una avalancha de infecciones, combinada con la falta de información por parte del Gobierno chino sobre cuántos casos positivos hay o cuántos están muriendo, ha generado preocupación sobre la posibilidad de que salten nuevas y peligrosas variantes. Pero el Covid cero terminó de golpe y ahora Pekín demanda que el resto del mundo abra los brazos a sus viajeros, quienes antes de la pandemia, en 2019, realizaron 155 millones de viajes dejando un gasto de 250.000 millones. O lo que es lo mismo: el 20% de todo el gasto en turismo internacional, según la Organización Mundial del Turismo.

Los medios chinos han explicado que se han disparado las búsquedas de destinos en el extranjero en las principales páginas de viajes, como Trip.com y Fliggy, desde que se anunció el levantamiento de las estrictas restricciones de control fronterizo. Aunque los precios de los vuelos siguen por las nubes, un 60% más de media cada billete en comparación con los niveles previos a la pandemia.

Los Reyes Magos llegarán a Pekín, un poco tarde y con el roscón ya duro, para abrir fronteras y facilitar de nuevo la emisión de visas de negocios, estudios y para familiares de residentes extranjeros. Para quien quiera visitar China con visa de turismo, aún tendrá que esperar. Todo ello, a su vez, disparará la demanda de vuelos al país asiático y las aerolíneas internacionales podrán volar regularmente, lo que desinflará los desorbitados precios actuales de los billetes.

Agencias

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