Tecnológicas y gigantes financieros se preparan para un 2023 difícil y se ven obligados a revertir los excesos de los años dorados de la pandemia

NotMid 23/01/2023

USA en español

En julio del año pasado, David Solomon, presidente y consejero delegado del banco más emblemático de Wall Street, Goldman Sachs, logró lo que nunca había conseguido ningún directivo de una gran empresa -y menos, con el significado de su banco-: tocar en el festival de Lollapalooza, en Chicago, con, entre otros, Metallica, Dua Lupa y Green Day.

Porque, aunque para los mortales que se dedican a la inversión David Solomon es el que manda en Goldman, entre los amantes de la música electrónica es bien bajo el nombre de DJ D-SOL. Autor, por lo tanto, de Someone Like You, que alcanzó el cuarto puesto en la lista de música de club de Billboard, la revista que elabora las listas de éxitos de Estados Unidos.

Los críticos se han mostrado más tacaños a la hora de valorar las habilidades de Solomon con la mesa de mezclas. En vísperas de la actuación de Solomon en Lollapalooza, el Financial Times dio a una serie de expertos en música varios de los temas de Solomon, pero sin desvelar el autor. «Da vergüenza ajena», fue el análisis del director de la publicación especializada DJMag, Carl Loben. Y Duncan Dick, ex director de MixMag, lo clavó, al definir la música de Solomon como «alegremente competente e inofensiva, house y disco ideal para la sala VIP del aeropuerto». Hombre, ¿qué otra cosa cabe esperar del CEO de Goldman?

Seis meses han pasado desde entonces, y parece que una parte del mercado comparte las ideas de Loben y Dick, pero no sobre la música, sino sobre la gestión de Solomon. Goldman vale en Bolsa casi un tercio menos que su gran rival, Morgan Stanley, después de que su beneficio neto cayera en un 50% en 2022. Y las perspectivas para este año no son buenas, después del fracaso de Marcus, la unidad con la que el banco trató de entrar sin éxito en la banca al consumo on line, y, sobre todo, de la caída de los mercados y del desplome de la actividad en fusiones y adquisiciones. Es probable que no haya recesión ni hiperinflación en 2023. Pero la economía va a tener un crecimiento bajo y los excesos de los años del covid, cuando los beneficios de muchas grandes empresas (y sus cotizaciones en Bolsa) se dispararon pasarán factura.

Así es como el presidente y CEO de Goldman, que en 2021 ganó 35 millones de dólares (32 millones de euros, un poco menos de lo que cobran los DJs mejor pagados del mundo), ha entrado en 2023 no con la mesa de mezclas, sino con las tijeras de podar. El resultado: 3.200 despidos, la disminución de la inversión en tecnología (un aspecto que las entidades consideran clave para competir con los gigantes del fintech de Silicon Valley, que a menudo tienen un tratamiento regulatorio más favorable que ellas), la jibarización de Marcus, el recorte en los viajes de empresa, y hasta la venta de dos aviones privados Gulfstream que la entidad había comprado en 2019.

Las medidas adoptadas por Goldman no son un caso aislado. Aunque los titulares se concentran en las tremendas reducciones de plantilla, frecuentemente anunciadas en mails masivos enviados a los trabajadores despedidos, los recortes van mucho más lejos, y tienden a centrarse en las tecnológicas, que vivieron una época de gloria durante el Covid-19 que no ha durado más que la pandemia.

De hecho, la única gran tecnológica que hasta la fecha ha escapado de los despidos en masa, Apple -que es, también, la más grande- lo ha logrado por medio de un draconiano plan de recortes de gastos que incluye hasta el menú de las cafeterías de su sede central, en Cupertino (California). La retribución del presidente y consejero delegado, Tim Cook, ha sido reducida a la mitad, hasta los 49 millones de dólares (45 millones de euros), y también será recortada si deja la empresa antes de 2027, como algunos habían especulado que el sucesor de Jobs planeaba hacer.

Perto en el caso de Apple hay, también, un factor que juega en su favor: esa empresa fue prácticamente el único gigante del mundo Big Tech (el de las grandes tecnológicas) que no infló su plantilla durante los dos años del covid, cuando la cotización y las ventas del sector se dispararon. Las cifras son más que espectaculares. Mientras el siempre discreto y conservador Cook apenas permitió que la plantilla de Apple aumentara en un 11,5%, hasta los 164.000 empleados, Amazon lo hizo en un 114%, con lo que sobrepasó el millón y medio de trabajadores; Alphabet (la dueña de Google, YouTube, y el sistema operativo de los teléfonos móviles Android) amplió personal en un 38,5%; Microsoft expandió su número de trabajadores en un 35,6%; y Meta (Facebook, Instagram, y WhatsApp), en un 31%.

No solo fue en el sector tecnológico. Y no solo fueron nuevos contratos. Por volver al caso de Goldman, el gigante de la banca de inversión subió el sueldo de sus trabajadores en su primer año en la empresa a 110.000 dólares brutos (101.000 euros) y, en 2021, disparó el bonus de sus empleados en banca de inversión en un 40%.

Esas cifras no solo marcan la diferencia entre Apple y sus competidores. También ayudan a poner en contexto los despidos. Los 18.000 trabajadores que han perdido su empleo en Amazon apenas suponen el 1,2% de la plantilla de la empresa, mientras que los 11.000 de Meta son el 13%, y los 3.200 de Goldman Sachs son el 7%. Un caso especial es el de Twitter. Aunque se esperaba en la red social una oleada de despidos en la segunda mitad del año, los anteriores gestores dejaron el mochuelo para el nuevo dueño, Elon Musk, que ha rebasado las expectativas más descabelladas. Ahora mismo, Twitter podría tener 2.000 empleados, según la agencia de noticias Reuters.

En otras palabras: Musk habría despedido al 73% de la plantilla. La empresa también ha recurrido a vías originales para tratar de recortar costes, desde dejar de pagar el alquiler de algunas de sus oficinas hasta vender el mobiliario. Con todo, no parece que la estrategia vaya a dar resultados. Según Musk, Twitter podría perder este año 3.000 millones de dólares (2.760 millones de euros), una cifra que equivale al 60% de su facturación en 2021, el último ejercicio en el que cotizó en Bolsa y del que, por tanto, se conocen sus resultados.

Ahora, todos los excesos del Covid-19 se están pagando. Es probable que la economía de EEUU no entre en una recesión, y que los tipos de interés dejen de subir en abril o mayo. Pero la época en la que las cotizaciones y los beneficios de las empresas subían solos en medio de los confinamientos de los tipos cero, y de la compra de la deuda por la Reserva Federal, han quedado atrás para siempre.

Como decía Chuck Prince, el hombre que arrastró a Citigroup al rescate por el Estado debido a su exposición a las hipotecas basura: «Hay que seguir bailando mientras dure la música». Y la música se ha acabado. Al menos, toda la que no sea el tecno VIP de David Solomon, alias DJ D-SOL.

Agencias

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