NotMid 10/12/2025
IberoAmérica
La odisea para llegar a Oslo de la mujer más importante en la Historia de Venezuela, como la bautizó el historiador Elías Pino Iturrieta, es sólo el penúltimo capítulo de la caraqueña que ha vivido al borde del abismo durante dos décadas y media en su lucha por la libertad.
“Tanta gente que arriesgó su vida para que yo pudiera llegar a Oslo. Esta es una medida de lo que este reconocimiento significa para el pueblo venezolano. Quiero que lo sepas”, desveló María Corina Machado (Caracas, 1967) antes de subirse al avión que la trasladaba a Noruega.
Aunque no llegó a tiempo para la ceremonia de la recogida del Premio Nobel de la Paz, la “dama de titanio” está decidida a llegar a tiempo para el regreso de Venezuela a la democracia y a la paz. En Oslo, la esperaba una exposición inaugurada en las horas previas por el comité del Premio, cuyo título acertó en el medio de la diana: “Democracia al borde del abismo”.
La Metamorfosis de la “Mujer de Hierro”
Sensaciones distintas se vivían 48 horas antes de que se abrieran las urnas presidenciales en Caracas, en julio de 2024. Después de una agotadora campaña, en la que la Venezuela profunda alzó a la líder democrática en un fenómeno político pocas veces vivido anteriormente en América Latina, fuera del despacho el mundo hervía. Dentro, sin embargo, reinaba una tranquilidad casi imposible.
“La mujer de hierro”, como canta Reymar Perdomo, no sólo ha torcido el brazo a la todopoderosa revolución bolivariana; se ha producido una profunda metamorfosis en el último año que la ha catapultado de dirigente política a catalizador de la esperanza nacional.
Este reportero tenía ante sí a la misma María Corina de siempre, una mujer inteligente y luchadora, con sus abrazos cálidos y su sentido del humor caribeño. Pero algo ha cambiado para siempre dentro de la fundadora de Vente Venezuela (VV). La campaña en los estados interiores del país, con concentraciones nunca vistas —en las que padres y madres le entregaban sus bebés para implicarla en su futuro— ha ido mucho más allá de lo que dicta la política.
La María Corina surgida de ese proceso ya no es sólo una dirigente política con un robusto ideario liberal, favorable a la propiedad privada y al Estado de Derecho. Respirando profundo en su mismo despacho, la líder anticomunista y nacionalista de “Hasta el final” (con una colección de cruces que guarda como reliquias espirituales) ha ampliado su centro político. Ha conectado emocionalmente con el pueblo que más sufre, abriendo los brazos para intentar sanar esa inmensa herida producida por la huida de nueve millones de venezolanos.
Ese cordón umbilical, tan robusto, es precisamente el principal catalizador de la esperanza que ha inundado a un país que se había rendido. Además, gracias a su apertura en temas sociales, la líder había adelantado a muchos dirigentes opositores en materia de género y de derechos LGTB+, a pesar de haber sufrido ella misma el machismo tan enraizado en las sociedades latinoamericanas.
El Ejército Cívico y el Mayor Fraude
La nueva María Corina y su habilidad política de siempre han llevado a Venezuela a un territorio desconocido, tras “casi tres décadas de lucha contra una dictadura brutal”, como incluyó en su discurso del Nobel.
Toda la experiencia previa, para alguien que a principios de siglo creó la organización electoral Súmate, sirvió para tender una trampa inédita al régimen. Un ejército de 600.000 voluntarios se aplicaron para escanear los códigos QR de las actas electorales, transmitiéndolos a plataformas digitales y centros de llamadas montadas en el exterior por la diáspora militante. Fue un heroísmo cívico que confirmó la victoria democrática: siete millones de votos para Edmundo González Urrutia y solo tres para Nicolás Maduro, pese a contar con el millonario aparato del Estado y el control social.
Lo que llegó después ya se sabe: el mayor fraude de la Historia de América Latina, el asesinato de 25 jóvenes de los barrios más pobres que salieron a protestar, la detención de más de 2.000 personas y una persecución que no ha parado hasta hoy mismo, con 887 prisioneros políticos maltratados. Los agentes de la policía política tienen perfiles favoritos en sus razias: dirigentes democráticos cercanos a María Corina y de su partido, activistas, periodistas y cualquier persona vinculada a la líder.
Un nuevo abismo se abría a pies de Machado, quien decidió seguir la lucha en clandestinidad, buscando refugio en embajadas extranjeras durante casi 17 meses, hasta el operativo que la ha trasladado a Oslo.
Firmeza ante la Dictadura: La Trayectoria de la Disidente
Es precisamente su trayectoria, sin ambages ni ambigüedades en un país de incertidumbres y tejemanejes políticos, la que la elevó en el ideario nacional. Su aplastante victoria en las primarias opositoras de 2023, con el 93% de los apoyos y dos millones de votos, confirmó una nueva etapa para la oposición.
El chavismo decidió desde el primer momento inhabilitarla para que no barriera en las urnas a Maduro, pero Machado no se arredró: lo intentó con la filósofa Corina Yoris y luego emergió el diplomático Edmundo González Urrutia como candidato de los demócratas.
La firmeza de Machado ha provocado, a su vez, las críticas de los más tibios. Ella representa todo lo contrario a los colaboracionistas que prefieren convivir que enfrentarse a la dictadura. Ya lo dejó muy claro al desafiar a Hugo Chávez en el Parlamento en 2012, cuando ya era la diputada más votada del país y el “comandante supremo” se despachaba con el famoso “águila no caza moscas”.
La Premio Nobel de la Paz es ingeniera industrial graduada en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y en Yale. Rica de toda la vida, es hija de un importante empresario del hierro y del aluminio, de la familia Machado Zuloaga que creó a finales del siglo XIX La Electricidad de Caracas, empresa finalmente nacionalizada por Chávez. Su madre, la psicóloga Corina Parisca, fue campeona nacional de tenis.
Antes de la destrucción de su despacho, María Corina mantuvo un dibujo infantil con la leyenda: “El sol brillará mañana / mañana, mañana/ te quiero”. La respuesta de su puño y letra: “Para nada, mi amor. Es ahora”, como si fuera la predicción del momento que hoy vive Venezuela.
Agencias
