El Gobierno impone su plan negándose a reestructurar el gasto para ganar eficiencia y a bajar los impuestos como prometió
NotMid 30/03/2022
OPINIÓN
Al lema elegido por Sánchez para titular su plan de choque le falta un adverbio: «España responde», pero responde tarde. Y eso aceptando el juego metonímico por el cual el Gobierno equivaldría a España, cosa falsa. Porque los españoles están respondiendo como pueden al súbito empobrecimiento que les impone la inflación, pero Sánchez ha respondido tarde y mal.
Ninguna de las medidas anunciadas por el Gobierno hasta la fecha requerían el permiso de Europa para ser puestas en marcha. Y sin embargo Sánchez se empeñó en posponerlas hasta su regreso de la gira europea, que solo la propaganda más desahogada puede tildar de éxito. Su propuesta estrella de desligar la referencia del gas en el precio total de la energía fue rechazada, y la idea de la «isla energética» está a la espera de la propuesta que finalmente autorice la Comisión, después de una indecoroso amago de veto protagonizado por un Sánchez desbordado, de la que a buen seguro han tomado nota las autoridades comunitarias. El socialdemócrata Scholz considera «un error» la obstinación del presidente español en intervenir el precio de la energía por su cuenta.
El Ejecutivo solo ha negociado el paquete de medidas consigo mismo. El precio de la esquizofrénica relación que mantienen PSOE y Podemos lo pagan los ciudadanos en forma de medidas radicalmente intervencionistas, si no inconstitucionales: el tope del 2% a la revalorización de los alquileres, que castiga a los pequeños propietarios; y la prohibición del despido, que penaliza a las empresas con problemas. Es el sello de Yolanda Díaz.
Pero la medida que más dudas despierta es la bonificación de 20 céntimos a todos los conductores, sin distinguir renta ni uso profesional del vehículo. Los 15 céntimos que pone el Estado salen del bolsillo del contribuyente, quien habría preferido una rebaja fiscal antes que una dádiva que además puede quedarse corta por la persistencia del alza inflacionaria. Los otros cinco céntimos han de ponerlos las gasolineras, pero ya son cientos las que alegan que no pueden adelantar ese dinero, y la sospecha de que terminarán repercutiendo esa cantidad sobre el precio que pague el consumidor no ha sido despejada por el Gobierno. ¿Cómo piensa evitar el fraude? Esto es justo lo contrario de lo que reclama el gobernador del Banco de España, que advierte contra «medidas generales o excesivamente rígidas» y pide centrarse en los sectores más vulnerables para poder reducir gradualmente nuestra insostenible deuda. Para ese nivel de precisión en el diseño de políticas públicas haría falta un Gobierno menos demagogo y más competente.
Con este plan cerrado sin contar con el criterio de la oposición e incluso de sus socios, se presenta hoy Sánchez en el Congreso a reclamar respaldo incondicional bajo la coartada del patriotismo. Lleva razón Feijóo al poner al presidente frente al espejo del compromiso asumido en La Palma, cuando prometió rebajas de impuestos a las que hoy se niega. Como se niega a reestructurar el gasto para ganar eficiencia y predicar con el ejemplo en un momento en que los españoles, víctimas de la inflación y de los costes energéticos, pierden capacidad adquisitiva pero ceban con sus impuestos al Estado. Así es muy difícil apoyar al Gobierno.
ElMundo