Cada país es soberano, no hay duda. Pero no se puede exigir solidaridad para después desequilibrar el mercado

NotMid 06/10/2022

EDITORIAL

No es plausible que Alemania pida ayuda a la UE para sortear sus deficiencias energéticas a través de un plan que implique a los socios comunitarios y, una vez se le concede, se desmarque de una estrategia coordinada para sortear la crisis económica. Mientras Bruselas busca una solución unitaria y transparente para combatir la crisis inflacionista, Alemania ha anunciado de manera unilateral que hará uso de su margen presupuestario para inyectar 200.000 millones de euros en ayudas a empresas y familias del país. Las críticas han arreciado, y no es para menos. Ursula Von der Leyen lo denunció ayer así: «Tenemos que proteger los fundamentos de nuestra economía y mercado único. Sin una solución común, corremos el riesgo de fragmentación».

La principal locomotora del continente y pilar del proyecto comunitario está tensionando uno de los valores fundacionales de la UE: la solidaridad. Desde que estalló la guerra en Ucrania, Alemania ha sufrido los efectos de depender energéticamente de Rusia. El debate ha llegado hasta el punto de preguntarse si Alemania está preparada para el invierno. El Gobierno ha emprendido nacionalizaciones temporales y ha potenciado sus sistemas de almacenamiento, pero ello no ha sido suficiente para ahuyentar el fantasma del desabastecimiento. No es este un escenario improbable: el Kremlin no tiene reparos en cerrar el grifo, como ha ocurrido con el gasoducto Nord Stream.

Ante este panorama, Alemania invocó el principio de solidaridad para lograr un compromiso común de reducción del consumo del gas en todo el bloque comunitario. «Estoy convencido de que primará la solidaridad», presionó el canciller socialdemócrata Olaf Scholz, aunque muchos estados no tienen problemas de suministro a la vista porque dependen de otros proveedores. Se le concedió a través de unos compromisos de ahorro energético. Y ahora que Europa ha sacrificado su margen de consumo para apoyar a Alemania, esta se salta la solidaridad en su beneficio.

Muchos estados han hecho un esfuerzo para apoyar a Berlín, para que sus empresas compitan en igualdad de condiciones que el resto en lo referente al consumo de energía. Y ahora las compañías de países como España, que no tienen dependencia del gas ruso pero sí una deuda inasumible, se encuentran con que las compañías germánicas estarán subvencionadas y tendrán ventaja en el mercado. Se ha demostrado que Alemania necesita al resto de estados, y viceversa. Otra prueba de ello es el eje hispano-alemán que están construyendo Scholz y Pedro Sánchez. Sin embargo, es difícil creer en la sinceridad de dicha colaboración cuando el tejido empresarial español será uno de los grandes perjudicados. En la cita de ayer entre ambos líderes, el propio Sánchez hizo una defensa del mercado único, pero sin atreverse a criticar abiertamente a Scholz.

Cada país es soberano, no hay duda. Pero no se puede exigir solidaridad para después desequilibrar el mercado. Vuelve a brillar una vez más la siempre ausente política fiscal comunitaria.

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