En la madrugada del martes, la sonda DART de la NASA se autoinmolará contra un cuerpo espacial del tamaño de la Gran Pirámide de Guiza para ensayar por primera vez una tecnología de defensa planetaria

NotMid 26/09/2022

Ciencia y Tecnología

Ver: NASA intentara desviar la órbita de un asteroide

Lo que ocurrirá en la madrugada del lunes al martes a 11 millones de kilómetros de distancia de la Tierra podría ser perfectamente el guion de una película de ciencia ficción. Pero sucederá de verdad.

Una nave espacial chocará contra un asteroide del tamaño de la Gran Pirámide de Guiza para desviar voluntariamente su trayectoria. Serán las primeras prácticas de la humanidad para aprender a hacer algo que antes o después, habrá que hacer si queremos evitar una tragedia como la que hace 65 millones de años acabó con los dinosaurios y muchas otras especies: cambiar la trayectoria de un asteroide que en el futuro se dirija hacia la Tierra.

La nave se llama DART, que es el acrónimo de Double Asteroid Redirection Test pero también significa dardo en inglés. Y es que esta sonda diseñada por la NASA se dirigirá como un dardo hacia el asteroide Dimorphos (de unos 160 metros), que orbita otro asteroide más grande llamado Didymos (700 metros), formando lo que los astrónomos llaman un sistema binario, para darle un buen puñetazo y modificar su órbita.

Programación de NASA Live

Monday, Sept. 26
3:30 p.m. (approximately) – NASA’s SpaceX Crew-5 arrival at the agency’s Kennedy Space Center 
4:30 p.m. (approximately) – NASA’s SpaceX Crew-5 Flight Readiness Review media teleconference
5:30 p.m. – Watch a live feed from NASA’s Double Asteroid Redirection Test (DART) spacecraft (Streaming on NASA TV’s media channel)
6 p.m. – Live coverage begins for NASA’s Double Asteroid Redirection Test (DART) impact with the asteroid Dimorphos (Impact targeted for 7:14 p.m.)
8 p.m. – NASA’s Double Asteroid Redirection Test (DART) post-impact press briefing

Tras la autoinmolación, la nave quedará destruida pero un pequeño satélite de la Agencia Espacial Italiana (ASI) que también despegó con DART el pasado 24 de noviembre, se encargará de documentar la primera misión de defensa planetaria, que será rastreada por la red del Espacio Profundo de la NASA y por las antenas terrestres de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Australia, Argentina y España. En octubre de 2024, otra nave llamada HERA, que está siendo construida por la ESA, partirá rumbo a esta pareja de asteroides para, dos años después, estudiar en profundidad lo ocurrido tras el impacto y conocer mejor cómo son estos cuerpos celestes que, además de suponer una amenaza, podrían ser aprovechados en el futuro para obtener recursos minerales.

“Tanto Didymos como Dimorphos tienen un tamaño considerable y, si impactaran contra la Tierra, podrían hacer daño a gran escala, pero en este caso no hay ningún peligro, ni ahora ni después de la colisión, ni siquiera si sale algo mal el martes”, asegura José María Madiedo, investigador vinculado al Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA/CSIC) y miembro de la Unión Astronómica Internacional.

Como explica a este diario un equipo de la ESA integrado por Michael Kueppers, científico en el proyecto HERA, Juan Luis Cano, del Centro de Coordinación NEO (objetos próximos a la Tierra) y Franco Pérez Lissi, ingeniero de Sistemas de Cubesats, este sistema binario de asteroides “sólo es utilizado para la demostración de la desviación y no es peligroso”. Sin embargo, “un asteroide como Dimorphos podría destruir una ciudad o región si impactara en un área poblada. Incluso un asteroide como el que explotó sobre Tunguska (Siberia), en 1908, puede causar daños muy graves. Afortunadamente impactó en una región muy poco poblada”, señalan.

Mision Dart septiembre 2022

“La energía liberada por un impacto de un asteroide del tamaño de Dimorphos podría devastar una región entera, por ejemplo toda España, y parte de los países vecinos. Y sabemos que en el pasado la Tierra ha sufrido colisiones con asteroides del tamaño de Dimorphos y más grandes”, apunta por su parte la ingeniera Mariella Graziano, directora ejecutiva de la empresa aeroespacial GMV, que está desarrollando el sistema de guiado, navegación y control (GNC) tanto de la sonda HERA como del pequeño satélite JUVENTAS que en 2026 estudiarán esta pareja de asteroides.

Pese a los 65 millones de evolución, no estamos todavía en una situación muy diferente a la de los dinosaurios. JOSÉ MARÍA MADIEDO, ASTRÓNOMO DEL IAA

Las agencias espaciales aseguran que a día de hoy no se ha localizado ningún asteroide que suponga una amenaza directa para nuestro planeta, pero estos objetos se monitorizan continuamente y se elaboran listas de riesgo con los “que tienen una probabilidad no nula de impactar con la Tierra en los próximos 100 años”, como explican estos tres expertos de la ESA. “Típicamente, esta probabilidad es muy baja o el objeto es lo suficientemente pequeño como para no suponer un riesgo. En algunos casos de interés, extendemos el rango de la propagación en el tiempo para analizar objetos más allá de esos 100 años, y en esos casos (como los de Bennu y 1950 DA) incluimos los resultados en una lista especial de riesgo”.

A 19 de septiembre de 2022, precisa José María Madiedo, “hay 2.285 asteroides en el grupo de objetos potencialmente peligrosos porque tienen un diámetro de 100 metros o más y se acercan a la Tierra. Se monitorizan muchos otros, pero se da más importancia a los que podrían provocar un daño mayor. En concreto, a unos 150 asteroides que miden más de un kilómetro de diámetro, porque hay que tener en cuenta que el que destruyó a los dinosaurios debía tener unos cinco km”

La humanidad, asegura, sigue siendo muy vulnerable a estas rocas cósmicas: “Pese a los 65 millones de evolución, no estamos todavía en una situación muy diferente a la de los dinosaurios. Nosotros, a diferencia de ellos, somos conscientes del peligro que existe porque somos capaces de detectar los asteroides, pero no disponemos aún de una tecnología que nos permita defendernos de forma eficaz de un posible impacto. Lo que va a hacer DART es un ensayo para poder ir desarrollando y perfeccionando esa tecnología”, señala Madiedo.

Pese a esa monitorización continua, en 2013 miles de personas resultaron heridas por la rotura de cristales tras el impacto inesperado en la localidad rusa de Chelyabinsk de un asteroide de unos 20 metros desconocido: “Todos los heridos se produjeron no por el impacto en sí, sino por la onda de choque, que es un fenómeno que se produce en la atmósfera cuando explota una roca muy grande”, dice Madiedo. “Ocurrió algo muy curioso, los telescopios estaban apuntando a otro asteroide potencialmente peligroso, 2012DA14, y no vieron el objeto que cayó en Chelyabinsk porque venía de la parte del cielo en la que estaba el Sol y no se podía ver, así que entró en la atmósfera de una forma totalmente inesperada”, recuerda el astrónomo.

Es cierto que el asteroide que explotó sobre Chelyabinsk no fue detectado antes del impacto. Venía de una dirección cerca del Sol. Hoy conocemos casi todos los asteroides cerca de la Tierra que son de un tamaño de un km o más. Pero todavía nos faltan muchos del tamaño entre 100 metros y un km, y esperamos detectar la mayoría en la siguiente década aproximadamente”, apunta el equipo de la ESA.

Todavía no conocemos muchos asteroides de entre entre 100 metros y un km, esperamos detectar la mayoría en la siguiente década aproximadamente MICHAEL KUEPPERS, JUAN LUIS CANO Y FRANCO PÉREZ LISSI, INVESTIGADORES DE LA ESA

En esa tarea de detectar estos asteroides, el Telescopio Vera Rubin tendrá un papel clave: “Conocemos pocos asteroides más pequeños, de entre 50 y 100 metros, pero hay proyectos en curso, como el telescopio Fly Eye de la ESA, para asegurarnos de encontrar pequeños asteroides como mínimo unos días o unas horas antes del impacto”.

La responsable de GMV considera “bastante improbable” que un asteroide capaz de causar daños importantes impacte sin haber sido descubierto antes. “Puede haber otro tipo de asteroides que se muevan por regiones menos vigiladas u orbitas mucho más alejadas del Sol y que, eventualmente, puedan escapar de ser detectados en la actualidad. No obstante, a medida que se acercasen a la Tierra, serían detectables por telescopios menos potentes, incluso telescopios aficionados. Eso sí en estos casos el preaviso sería mucho menor (días, semanas o meses dependiendo de su tamaño) que en el caso de ser objetos ya incluidos en el catálogo de objetos potencialmente peligrosos”.

Para esta primera misión de ensayo, se ha optado por el impacto cinético, que consiste en lanzar un proyectil contra un asteroide (en este caso el proyectil que empujará al asteroide es la propia nave). Según todos los expertos consultados, es el método que hoy en día se cree que sería más eficaz, pero hay otras técnicas que se están ideando y barajando para la defensa planetaria, entre las que figuran el impacto nuclear, la ablación láser o el tractor gravitatorio.

Preparativos de la sonda DART en la sala limpia antes de su lanzamiento, en noviembre de 2021JOHNS HOPKINS APL / ED WHITMAN

“La tecnología del impacto cinético [como la de DART] está lista para usar, y es la más probable para ser elegida para desviar un asteroide en curso de colisión con la Tierra. Se prefiere a la opción nuclear (una explosión a cierta distancia del asteroide) porque el efecto es más controlado y además, sería muy controvertido lanzar un dispositivo nuclear. Por ello, sólo se usaría la opción nuclear si es un objeto algo más grande y otros métodos no tienen suficiente efecto”, argumentan los científicos de la ESA.

La opción nuclear ha sido la más popular en el cine. Fue la que los guionistas eligieron para intentar destruir un cometa en la película Deep Impact, mientras que en Armageddon la estrategia para desviar un asteroide del tamaño de Texas era taladrar su superficie y destruirlo con una bomba nuclear. “Es una técnica muy de Hollywood pero se sabe que causaría muchos problemas y no sería la solución porque lo más probable es que no evitase la colisión”, dice Madiedo.

Según Mariella Graziano, “el impacto nuclear tiene el riesgo de romper el asteroide, lo cual probablemente provocaría que grandes partes del asteroide original continuasen en trayectoria de colisión con la Tierra. También desde un punto de vista legal, no sería inmediato el uso de un elemento nuclear considerando que el tratado vigente de Outer Space no permite el lanzamiento de estas tecnologías”.

El impacto nuclear tiene el riesgo de romper el asteroide, lo que provocaría que grandes partes siguiesen en trayectoria de colisión con la TierraMARIELLA GRAZIONA, DIRECTORA EJECUTIVA DE GMV

El tractor gravitatorio consiste en enviar una sonda para que vuele junto al asteroide, de modo que ambos elementos se atraerían por la fuerza gravitatoria. La sonda se propulsaría para no colisionar con el asteroide y para ir redirigiendo su trayectoria del asteroide: “Podría ser otra opción, pero es menos eficiente, sólo será viable si el asteroide es relativamente pequeño y/o se tiene mucho tiempo de aviso previo (algunas décadas)”, dicen los científicos de la ESA. La ablación láser (emplear tecnología láser contra el asteroide para vaporizar parte de la roca y modificar su trayectoria hacia una zona más segura) todavía no está lista.

El éxito de una misión de desvío dependerá también de las características de los asteroides. “Los que están formados por material muy compacto y tienen una resistencia mecánica muy grande se llaman monolíticos. Hay otros formados por la agrupación de rocas muy pequeñas y polvo, son pilas de escombros. Si impactas algo contra ellos podría atravesarlos porque su material no es muy compacto”, explica Madiedo.

Los asteroides no son la única amenaza para la Tierra: “Los cometas también son un problema muy grande, de hecho se sospecha que el objeto que cayó en Tunguska en 1908 fue un cometa y no un asteroide, pues no se ha recuperado nada de material, pero cometas potencialmente peligrosos hay pocos. Sólo se han identificado en el entorno cercano menos de 10″, dice Madiedo.

Tal y como recuerda este astrónomo, “en 2005 ya se impactó voluntariamente una sonda contra el cometa Tempel 1, aunque el objetivo entonces era abrir un cráter y estudiar los materiales bajo su superficie. Como efecto colateral se desvió ligeramente su órbita y se sabe que esta técnica funciona”.

Pero de cara a un posible impacto contra la Tierra “el principal problema de estas rocas no será su composición, es decir, si el objeto que llega es un cometa o un asteroide y por tanto está compuesto por hielo o silicatos o hierro o cualquier mineral, sino la energía que lleva, y eso depende de dos parámetros, la masa del objeto y su velocidad”.

La mayoría de estos objetos están en el cinturón principal de asteroides, que es una zona que se encuentra entre Marte y Júpiter: “Está relativamente cerca y podemos estudiarla bien gracias a los telescopios, pero la mayoría de cometas están en la zona más externa de nuestro sistema solar, en la nube de Oort, y sólo podemos verlos cuando se acercan a la zona interior y despliegan su cola. Así que es perfectamente posible que se acerque un cometa de la nube de Oort que no hayamos identificado nunca y se dirija a la Tierra, y eso sería un objeto tremendamente peligroso”, señala Madiedo.

Si mañana se detectara un asteroide de varios centenares de metros que va a impactar contra la Tierra, digamos en un año o dos, ¿habría alguna posibilidad de lanzar una misión para intentar desviarlo? “Difícilmente. En primer lugar, habría que tener alguna nave ya preparada para ser lanzada, pues construir una nave desde cero ya necesitaría un mínimo de uno a dos años. Asumiendo que hubiese un stock de naves ya construidas y listas para ser lanzadas y que pudiesen llegar al asteroide en trayectoria de colisión con un año de antelación respecto de la colisión, habría que ver el tamaño y las propiedades del asteroide. Cuanto más pequeño y compacto, habría más probabilidades de poder desviarlo lo suficiente como para que un año después se hubiese desviado varios miles de kilómetros de su ruta original”, explica Mariella Graziano.

Como repasa Madiedo, “la humanidad ya ha sido testigo de un gran choque, en los años 90 se observó con telescopios el impacto de un cometa contra Júpiter, y ahí fue cuando la comunidad científica tomó conciencia de que lo de los dinosaurios no era ciencia ficción, que cosas así podían ocurrir hoy, y a partir de ahí empezaron a diseñarse sistemas para poder identificar asteroides y cometas potencialmente peligrosos, y a concienciar a la población”. Por ello, aunque subraya que “sabemos que ninguno de los asteroides conocidos va a suponer un peligro antes de 100 años, hay que seguir observando porque puede aparecer uno que no esté identificado”

Agencias

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