Al anuncio de Feijóo de abandonar «la batalla cultural» seguirá el rearme de la izquierda. Nadie lo dude. El terreno que tú dejas lo ocupa otro
NotMid 15/04/2022
OPINIÓN
ANDRÉS TRAPIELLO
Jorge Francés, periodista de El Confidencial, en mi correo: «Estoy preparando un artículo sobre por qué Vox rechaza la fiesta de Villalar, y estaba buscando algún experto que pueda darme una explicación histórica. No sé si usted…», etc. Le respondí con la verdad: «No soy experto en eso ni en Vox». Ni en nada, le hubiera dicho también, de haber habido confianza.
¡Pero qué intriga! ¿Qué serpentín les habrá llevado, apenas entronizados en el gobierno de Castilla y León, a destilar esa inquina contra nuestros pobres comuneros? Tal vez Abascal lo cuente (y sí, lo de Guernika del 37 estuvo bien traído por Zelenski, igual que si hubiera comparado la matanza de la estación de Kramatorsk con la de Figueras, enero del 39, tras el bombardeo de la aviación italiana que le costó la vida a un centenar de personas). Claro que esas explicaciones le corresponde darlas, supongo, al consejero de cultura, propuesto por Vox. Él sí que es un experto: militó en el Partido Comunista, de ahí se pasó a las falanges de Hb, desde donde hostigó, con las escuadras de Eta detrás, a cuantos se oponían al nacionalismo terrorista, y cuando ese negocio no dio de más o a él no le dio más, se pasó (no sé si tras una paradiña en el Psoe) al Pp, que puso en sus manos el mando de algunas instituciones culturales de aquella comunidad, como Vox pondrá ahora el de esa Consejería. El simpático Emilio Carrere habló de «la cofradía de la pirueta», refiriéndose a los inestables hambrones de la bohemia. En política se le llama «la cofradía de la piruleta», siempre chupando. Seguro que ese hombre daría una explicación a tantos tirabuzones. Para eso está el relato (lo que venía siendo la labia).
Todo sucede un poco antes de suceder, anunciado en pequeños indicios: la nevada, la ruptura amorosa, el éxito o el fracaso. Basta estar atento para advertirlo. Al anuncio de Feijóo de abandonar «la batalla cultural» (¿estrategia, táctica?; al ser él gallego no se sabe), seguirá el rearme de la izquierda. Nadie lo dude. Ya hay indicios. El terreno que tú dejas lo ocupa otro. Irán a por Clara Campoamor como están yendo ya en la universidad de Sevilla a por Chaves Nogales.
La afirmación «la historia la escriben los vencedores» se ha demostrado falsa. Por ejemplo, en la guerra civil: «los que ganaron la guerra perdieron los manuales de literatura» lleva a «los que perdieron la guerra ganaron el relato solo por el hecho de haberla perdido». Cuando empezaron a conocerse y difundirse hechos que los perdedores habían ocultado, se revolvieron en sus poltronas: el golpe de Estado contra un régimen legítimo, haber perdido la guerra y haber sufrido el exilio no les eximía, como hasta entonces, de las responsabilidades políticas, morales o penales, ni les confería el monopolio de un relato que no es sino «la intención moralizante de corregir el pasado para que quede diáfanamente claro quiénes fueron los buenos y los malos, algo que obviamente queda fuera de la tarea del historiador y de la del político» (José Luis Pardo, en Nostalgia del futuro, donde se recuerda que una historia escrita por los vencedores está tan viciada como la que escriben los vencidos).
Y si la verdad es la primera víctima de la guerra, la mentira y el modo de combatirla debieran ser el primer objetivo de una democracia. Pero sucede que ante los hechos incómodos el político recurre a los alternativos o a la ley, obligando a recordar por decreto con el único propósito de cerrar el relato para siempre («quien relata el último, relata dos veces», viene a decir Pardo), se trate de acabar con los comuneros o de resucitar a Franco (y en esta resurrección qué de acuerdo se han puesto de nuevo los dos extremos, los que viven de Franco… y los que morirían por él).
Hace unos días Álvarez de Toledo respondía a una pregunta de Pérez Reverte, en un coloquio sevillano con Rodríguez. La activista andaluza había afirmado algo que es leyenda corriente en sus escuadras, a saber que vivimos en un «régimen tutelado por el franquismo». Quien quiso dar la batalla cultural desde el Pp, le recordó que «aquí ha gobernado la izquierda veintiséis años y la derecha quince, en los últimos cuarenta. Si vivimos en una España tutelada por las fuerzas franquistas en la que Bildu está en las instituciones, con Podemos, vicepresidenta comunista, en el gobierno de España, y en la que los partidos separatistas que dieron un golpe de Estado en octubre del 17 apoyan al gobierno, y han ido indultados, para estar tutelados por Franco, la momia, fíjate cómo está España».
Solo ha visto uno este fragmento de aquel coloquio, y si hubo respuesta de Rodríguez no lo sé, pero si sí, sería una pirueta, no lo duden, lo que en política, no sabemos cómo, acaba teniendo una inmediata traducción siempre: la piruleta.
Aviso a las y los lectores de estas Figuraciones: pasarán a publicarse los lunes. Los viernes, en La Lectura, el suplemento cultural de EL MUNDO, estará uno también cada semana en su última página bajo este rótulo: Para tiempos mejores, frase de Cervantes que Stendhal tradujo como To the happy few.
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