La guerra de Ucrania no solo se juega en el campo de batalla. Putin debe enfrentarse a enemigos que van más allá de las armas ofensivas
NotMid 13/03/2022
OPINIÓN
MIGUEL ÁNGEL BENEDICTO
La guerra de Ucrania no solo se juega en el campo de batalla. Putin debe enfrentarse a enemigos que van más allá de las armas ofensivas, como las del joven de 19 años Jack Sweeney, que con un ordenador y acceso a internet también puede presionar al régimen del sátrapa ruso.
Este estudiante de la Universidad de Florida ha creado dos cuentas en Twitter que permiten seguir en directo dónde están los jets privados y los yates de los plutócratas cercanos al Kremlin. Sweeney comenzó a rastrear los aviones de los oligarcas rusos a fines de febrero y creó @RUOligarchjets, que ya tiene más de 400.000 seguidores. Ahora, también rastrea sus yates y el del presidente ruso en @RussiaYatchts. Las dos cuentas impiden que Putin y su séquito de oligarcas escondan esa riqueza y permiten saber dónde se encuentran en tiempo real. Países como Francia o Italia han incautado los lujosos barcos de algunos multimillonarios del círculo cercano al presidente, quienes sufren la congelación de sus bienes y cuentas bancarias en el extranjero debido a las sanciones económicas occidentales.
Unos castigos cuya dureza también es novedosa en este conflicto, sobre todo, en el ámbito financiero. La expulsión de Rusia del sistema bancario internacional Swift o la congelación de la mitad de los 640.000 millones de dólares en reservas, que el Banco Central de Rusia tiene en el exterior en oro o dólares, están siendo devastadoras para una economía cuya calificación se acerca al default, es decir, al impago de la deuda.
El Banco Central Ruso se ha visto obligado a subir los tipos de interés al 20% para evitar más caídas de su moneda. El rublo se ha devaluado en un 60% y miles de rusos están yendo a los cajeros a sacar su dinero por miedo a un «corralito», unos ahorros que ahora valen bastante menos que hace dos semanas. Encontrar un cajero con divisas en Rusia es casi misión imposible y apenas se informa del tipo de cambio de la moneda para no desmoralizar a la población.
En la invasión de Ucrania, la autocracia rusa no ha tenido en cuenta el poder de los actores no estatales. En Moscú las asociaciones, medios de comunicación, think tanks o multinacionales suelen estar bajo el control estatal; sin embargo, en Occidente estos actores gozan de libertad a la hora de actuar. Grandes empresas como Inditex, BP o Airbus deciden, de manera unilateral y sin ser presionadas por sus gobiernos, salir de Rusia donde ven peligrar su negocio y su reputación. El profesor de la universidad de Yale Jeffrey Sonnenfeld y su equipo de investigación actualizan a diario el número de empresas que ha suspendido o restringido sus negocios en territorio ruso, que ya superan las 350. Sonnenfeld compara el boicot a Putin con el que las empresas a nivel mundial hicieron durante la etapa del apartheid a Sudáfrica; de manera que los negocios que no se retiran, se enfrentan a una fuerte ola de resentimiento de la población occidental. El éxodo se produce en todos los sectores, desde el automovilístico, petrolero, naviero, tecnológico o logístico al del retail, cerrando sus empresas, cancelando sus servicios o las ventas de productos de manera temporal.
La devaluación de la moneda, problemas con la cadena de suministros o el daño a la imagen de la empresa son algunas de las causas de la salida de las multinacionales. Algunas, como la española Inditex, han tenido que cerrar temporalmente sus más de 500 tiendas en territorio ruso. El poder de sus clientes a nivel mundial les influye, ya que miles de ellos han presionado al grupo gallego con un boicot a la firma en caso de que no cerrara sus tiendas en Rusia por la violación de Putin a los derechos humanos. La salida de Levi’s también ha causado un fuerte impacto entre la población rusa al ser un símbolo de disidencia pacífica ante la opresión soviética. Los beneficios, según la compañía de ropa americana, son secundarios frente sufrimiento humano experimentado por tantas personas.
Estos argumentos también han sido esgrimidos por la comunidad artística ucraniana que ha reclamado sanciones culturales a Rusia para evitar la presencia de artistas rusos que no condenen a Putin en la escena internacional. La diplomacia cultural rusa a través de sus ballets, directores de orquesta, cantantes u obras de arte se puede convertir en propaganda e influencia social, algo que desde Ucrania se quiere evitar a toda costa. Las sanciones a la cultura rusa aparecen por todo el mundo, desde la prohibición a participar en el festival de Eurovisión tras la presión de 7 países y la amenaza de retirada de Finlandia y Estonia, a los vetos de la Filarmónica de Munich y Berlín, al director de orquesta Valeri Gergiev que apoyó la anexión ilegal de Crimea en 2014 al igual que el pianista Denis Matsuev cuya actuación en el Palau de la Música de Barcelona fue cancelada. Otros artistas rusos como Kirill Savchenkov renuncian a representar a su país en el pabellón de la 59ª edición de la Bienal de Venecia, mientras mueran civiles ucranianos o los manifestantes contra la guerra en Rusia sean silenciados y encarcelados. Aun así, hay que tener mucho cuidado cuando se aplican este tipo de medidas, que pueden dar lugar a la tan de moda cultura de la cancelación, y evitar boicots basados sólo en la nacionalidad rusa de los artistas.
El deporte también es otro gran escaparate mundial para el poder blando de Rusia. De ahí las presiones que sufren los deportistas que compitan bajo bandera rusa o bielorrusa, que están siendo expulsados de gran número de competiciones. La presión de distintos países obligó al Comité Paralímpico Internacional a prohibir la participación de los atletas rusos y bilorrusos en los Juegos Paralímpicos de Invierno de Beijing 2022. La Fórmula I también ha cancelado el Gran Premio de Rusia que se iba a celebrar en Sochi tras las presiones de pilotos como Vettel o Verstappen. El mundo del tenis se pronunció contra la invasión de Ucrania y la Federación Internacional de Tenis ha suspendido a los equipos de Rusia y Bielorrusia de la Copa Davis y la Copa Billi Jean King. Equipos de fútbol como el Schalke 04 alemán ha retirado la publicidad de Gazprom de sus camisetas y la FIFA y la UEFA han expulsado a la selección rusa, y a los clubes del país de todas sus competiciones oficiales.
Occidente se moviliza fuera del escenario devastador de la guerra a través de actores no estatales y nuevas herramientas, que demuestran la fortaleza de su sociedad civil y los valores que defiende al arrinconar a Putin y sus secuaces. El presidente ruso pierde las guerras del poder blando. China ya puede ir tomando nota por si decide invadir Taiwan.
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