Occidente debe responder a la petición del líder ucraniano como acudió al socorro de Churchill, que en 1941 hizo el mismo periplo al Congreso estadounidense para recordar la amenaza contra la libertad mundial que representaba el nazismo
NotMid 23/12/2022
EDITORIAL
La guerra de Ucrania trasciende las fronteras entre las que se libra para encarnar una batalla global por la democracia que tiene en Zelenski a su más poderoso símbolo. Con su viaje a Estados Unidos, el presidente ucraniano ha vuelto a dar la talla de gigante histórico que ha ido cincelando sobre el terreno mientras Rusia desangraba su país.
Imbuido de la autoridad moral del general que combate junto a sus soldados, vestido con el uniforme verde que le ha convertido en icono, el miércoles volvió a arriesgar su vida cruzando la frontera como un refugiado más para viajar desde el frente de Donbás -donde sus tropas han logrado un avance milagroso frente al Goliat ruso- hasta el corazón de Washington. Allí reclamó a Occidente que no desfallezca en su ayuda a Ucrania.
Lo hizo con un discurso emocionado en el Capitolio, destinado a insuflar aliento al esfuerzo bélico, especialmente frente a unos republicanos que llevan tiempo echando cuentas sobre lo que cuesta el conflicto. Zelenski recordó entre ovaciones que el compromiso militar con Ucrania no es una limosna, sino «una inversión en la seguridad global». Y comparó el momento histórico en Ucrania con batallas clave que cambiaron el curso de otras guerras: se refirió, por ejemplo, a la de Saratoga, en la revolución americana, y al combate de los soldados estadounidenses contra las tropas de Hitler en 1944. Joe Biden correspondió comprometiéndose a ayudar a Ucrania «el tiempo que haga falta» y anunciando el envío de 2.000 millones de dólares y una remesa de misiles Patriot.
Más allá de la retórica bélica, Zelenski quiso acercar también al hemiciclo la tragedia de su pueblo, que pasará la Navidad entre apagones y mantas para refugiarse del frío provocado por el deliberado y criminal ataque de Vladimir Putin contra las infraestructuras energéticas del país. «Millones de personas no tendrán calefacción ni agua corriente», advirtió. El presidente ruso continúa poniendo a los civiles en la mirilla de su ejército al tiempo que este pierde terreno frente a las tropas de Kiev. El objetivo es minar la moral de los ucranianos a fuerza de sufrimiento, una estrategia que, según Zelenski, no dará resultado. El líder ucraniano advirtió de que no habrá rendición ni sacrificio de territorio y que sólo aceptará una paz justa que pasa por la victoria frente a Rusia. Para ello, sin embargo, dejó claro que necesita más apoyo.
Estados Unidos y Europa deben responder a la petición del líder ucraniano como en 1941 acudieron al socorro de Winston Churchill, que, días después del ataque a Pearl Harbor, hizo el mismo periplo al Congreso estadounidense para recordar la amenaza contra la libertad mundial que representaba el nazismo. Hoy esa batalla existencial se juega en Ucrania y Occidente debe estar, como entonces, a la altura.