La amnistía fue para ellos un huero perdón, del que se aprovecharon
NotMid 17/10/2023
OPINIÓN
ARCADI ESPADA
Manuel Fraga Iribarne fue presidente de la Junta de Galicia sin haber condenado el franquismo ni su destacado papel en él. La larga supervivencia de Fraga no fue el resultado de una amnistía explícita (la donación al pueblo de la democracia por parte de la clase dirigente de la Transición fue tan evidente que ni siquiera tuvo necesidad de amnistiarse a sí misma), sino de una hegemónica voluntad de olvido. Sin embargo, eso no impidió que sus enemigos le recordaran con obstinada constancia su pasado. Es posible que Arnaldo Otegi sea presidente del Gobierno vasco gracias a su renuncia a la violencia, aunque sin condenar a ETA ni su destacado papel en ella. Lo que no va a impedir -ni debe- que sus enemigos le recuerden con obstinada constancia su pasado. Tampoco en el caso de Otegi la amnistía de 1977 tuvo efecto alguno en su vida política: también él hizo política contra la democracia. Aquella amnistía estableció que ninguna forma de lucha contra la dictadura de Franco, incluida el asesinato, había sido ilegítima. Si pudo decir eso, con total autoridad moral y política, es porque España fundaba en aquellos momentos un nuevo Estado de Derecho.
Este domingo Manuel Marraco recordaba en el periódico que la amnistía no garantizó que muchos de aquellos amnistiados no lo volvieran a hacer. Muchos volvieron a asesinar, y con creces. El recuerdo de la ausencia de garantías se adosaba al debate actual sobre la renuncia a la unilateralidad de los nacionalistas. La razón por la que Otegi y su cuadrilla de asesinos siguieron matando es porque su lucha no era, exactamente, la de la democracia sino la de la autodeterminación. La amnistía fue para ellos un huero perdón, del que se aprovecharon. Pero la inmutabilidad de las condiciones políticas respecto de la autodeterminación les hizo seguir matando. El caso se repite con los delincuentes nacionalistas catalanes. La amnistía que reclaman no es la del perdón de una conducta ilegítima sino el reconocimiento de que el Proceso fue legítimo. Que el ejercicio del derecho de autodeterminación es legítimo. Y que esa legitimidad ampara cualquier conducta futura que tengan a bien practicar para la plasmación de ese derecho.
El presidente del Gobierno trata de introducir en el preámbulo a la ley que prepara la garantía de que los nacionalistas renunciarán a usar cualquier otra vía que no sea la democrática. Pero el derecho de autodeterminación, pura metafísica política, no puede ejercerse por vías democráticas.
Agencias