El derribo del avión de Malaysian Airlines y KLM por parte de milicias prorrusas, con 192 pasajeros neerlandeses fallecidos, es el motivo del compromiso del gobierno de Rutte en rearmar a Kiev
NotMid 22/08/2023
EUROPA
Lo primero que hicieron los rebeldes prorrusos fue quitarle las joyas a los muertos, que yacían desparramados a pocos kilómetros de la ciudad de Grábovo, algunos todavía amarrados a su butaca con el cinturón de seguridad. Luego se hicieron unas fotos posando, ufanos, con un trozo del fuselaje en el que se leía «Malaysian Airlines» y después llamaron a su comandante, el coronel ruso Igor Girkin: «No hemos derribado un cazabombardero, sino un avión de pasajeros». La infamia no había hecho más que comenzar.
Aquel 17 de julio de 2014, en plena guerra del Donbás, un misil Buk entregado por Rusia y disparado por las milicias de Donetsk, causó la muerte de 283 pasajeros y 15 tripulantes. El avión, en código compartido con la neerlandesa KLM, partió de Amsterdam y 192 muertos eran neerlandeses. La propaganda rusa, con el canal internacional RT a la cabeza, comenzó su habitual creación de mitos para desviar la responsabilidad del crimen.
Estos propagandistas inventaron un perfil de un supuesto controlador aéreo ucraniano llamado «Carlos» en Twitter que, echándole imaginación, contaba que en realidad había sido un caza ucraniano el autor de la masacre. Por desgracia para Rusia y sus esforzados propagandistas, el crimen estaba documentado hasta el milímetro, con imágenes de la lanzadera rusa de misiles publicadas en redes sociales, el trazado que siguió y hasta las conversaciones telefónicas de los comandantes rebeldes, ya juzgados y condenados, reconociendo el derribo.
Esos 192 muertos neerlandeses y el desprecio por la verdad mostrado por el Kremlin, que se negó a pagar cualquier indemnización por la matanza de inocentes, explican el gran esfuerzo realizado por el gobierno de Países Bajos para armar a Ucrania. Este fin de semana, el primer ministro Mark Rutte se comprometió a la entrega de 24 cazas F16 en perfecto estado de funcionamiento y otros 18 que tendrá que actualizar en las próximas semanas. 42 aparatos en total que, sumados a los 19 de Dinamarca, conforman una fuerza aérea muy competente, con tres escuadrillas de F16 en total.
Desde el comienzo de la invasión, el ejecutivo de Rutte ha sido de los más generosos con Ucrania. Ha entregado carros de combate Leopard 2, casi 200 vehículos blindados de transporte de tropas YPR 765, ocho cañones de 155 milímetros y modernas lanzaderas Patriot para defender las ciudades ucranianas de los ataques con misiles. En una entrega masiva a Ucrania de proyectiles de artillería, los fabricantes de Países Bajos escribieron con rotulados sobre las vainas: «En venganza por el MH17».
PRUEBAS EN LOS GRIPEN
La llegada de estos aviones F16 ni será inmediata (quizá haya que esperar cuatro meses) ni supondrá un arma milagrosa con la que Ucrania ganará la guerra. Son aparatos antiguos, algunos con décadas de servicio, pero sí son lo suficientemente tecnológicos para suponer un dolor de cabeza para las tropas de la Z. Más interesante aunque menos publicitada parece la oferta a Ucrania, ya aceptada, para que sus pilotos prueben los cazas Saab Gripen de origen sueco, un avión más moderno que el F16, con un radar que cubre mucho más rango y con más posibilidades de cargar municiones de larga distancia. Aunque Suecia no se ha comprometido a entregar ningún aparato, este avión sí podría suponer un rival muy difícil de batir para los mejores cazas rusos en servicio, como el Su35.
En año y medio de invasión, Ucrania ha sido capaz de mantener a la aviación rusa lejos del territorio que controla con sus viejos MiG29 de origen soviético (algunos entregados por Polonia y Eslovaquia), con tácticas de guerrilla aérea al más puro estilo Barón Rojo en la Primera Guerra Mundial. Desde los primeros días de la invasión, los pilotos ucranianos derribaron decenas de cazas rusos, sorprendidos por la audacia de estos pilotos, especialmente sobre la capital, Kiev. Desde entonces, los rusos dejaron de cruzar del territorio que controlan hacia el cielo enemigo por miedo a ser derribados. Con 61 aparatos F16, Ucrania podrá contar con una fuerza aérea lo suficientemente musculosa para que sirva de disuasión durante y después de la guerra.
En realidad, MiG29 y F16 son aviones para funciones parecidas. Muy manejables, rápidos, pequeños, ligeros y pensados para el combate aéreo de corta distancia. Pero el estadounidense tiene, sobre el diseño soviético, una tecnología más moderna, además de mayores posibilidades de actualización.
Algunas fuentes en Ucrania aseguran que la formación de pilotos ya ha comenzado. En principio, muy pocos aspirantes hablan inglés con fluidez y ese es el mayor handicap que se están encontrando. Lo que no está claro es quién proporcionará la formación de los mecánicos y los armeros, pieza esencial para mantener la flota de cazas a punto.
Agencias