La crisis del coste de la vida dispara el aumento de robos en los establecimientos británicos
NotMid 04/07/2023
Resto de Europa
QUIÉN. El 34% de los británicos reconoce haber robado o “evitado” pagar algún producto en las cajas de autopago de las tiendas, y el 69% lo achaca a la crisis del coste de la vida.
QUÉ. El Gobierno británico llama a capilla a los supermercados para que rebajen los precios de los alimentos, que subieron un 19% en un año.
POR QUÉ. Los supermercados han tenido que poner etiquetas de seguridad al queso, la mantequilla y la leche de fórmula para niños.
El ‘shoplifting’ se está convirtiendo en el deporte predilecto de los británicos. Los robos en las tiendas se han disparado como respuesta espontánea a la ‘greedflation’; o sea, la subida de la cesta de la compra por pura avaricia de los supermercados, que han sido llamados a capilla por el Gobierno británico para que bajen los precios abusivos.
El 34% de los británicos confiesa haber “evitado” pagar algún producto en las cajas de autopago (frente al 22% el año anterior). Y siete de cada diez lo achacan al aumento del coste de la vida, según un sondeo de My Favourite Voucher Codes, el portal que ayuda a los consumidores a ahorrar y a beneficiarse de los descuentos ‘online’.
Los robos más habituales ocurren a la hora de escanear los productos, aprovechando la desaparición de las cajeras. Pero las escenas en la que un padre o una madre aprovecha un descuido para mangar una pizza o unos yogures para los niños empieza a ser habitual entre las estanterías de los supermercados.
Según un informe publicado en ‘The Grocer’, la revista del sector de la alimentación, en los últimos meses se ha detectado un notable aumento de los ‘first time shoplifters’, gente que roba por primera vez y preferentemente productos de necesidad, frente al ratero habitual de las tiendas que normalmente apunta a productos más caros que luego puede revender, como el alcohol o las maquinillas de afeitar.
Las etiquetas de seguridad han aparecido de pronto en la mantequilla, el queso o la leche de fórmula para los niños. Calpol, la versión infantil del Paracetamol, es el producto más robado en algunas zonas de Londres. Muchos supermercados se han visto obligados a estrechar los accesos a una sola puerta de entrada y salida para controlar a los ‘shoplifters’.
Según el Consorcio Británico de Minoristas, en el último año se contabilizaron 7,9 millones de casos de robos en las tiendas, cinco millones más que en el 2017. Se estima que el ‘shoplifting’ le costó en el 2022 a la economía británica unos 660 millones de libras (760 millones de euros). La policía, entre tanto, ha recibido órdenes de actuar con “discreción” ante los robos en las tiendas en medio de la galopante crisis del coste de la vida.
“La situación en la que estamos es tan drástica que mucha gente se ve abocada a robar productos necesarios simplemente porque no los pueden pagar”, advierte Julian House, director de My Favourite Voucher Codes. “Esto habla por sí mismo del problema social y económico que tenemos, que necesitamos afrontar con medidas más efectivas”.
En otro sondeo reciente, realizado por la aplicación ZipZero, uno de cada diez jóvenes admite haber robado habitualmente en los supermercados para hacer frente a la carestía de la vida. Por término medio, los productos de alimentación han subido un 19% en el último año, muy por encima del 8,7% en que está situada actualmente la inflación.
Cuando el kilo de mantequilla de la popular marca Lurpak llegó hace un año a las 10 libras (11,6 euros) se dispararon las alarmas. La tendencia que empezó tras el Brexit se agudizó con la crisis energética y la guerra de Ucrania. Los productos importados han subido un 25%. La pasta, los yogures, las salchichas, el chocolate y hasta las cebollas cuestan en algunos supermercados el doble que el año pasado.
“Los precios han subido demasiado en los últimos meses”, reconoció la semana pasada el primer ministro Rishi Sunak, que finalmente convocó a los directores de cuatro grandes cadenas (Tesco, Sainsbury, Asda y Morrrisons) para poner freno a la ‘greedflation’. “Hemos pedido a los supermercados que se comporten responsablemente y pongan un precio justo a sus productos”.
Y eso por no hablar de la ‘shrinkflation’, como se ha bautizado al preocupante fenómeno del encogimiento de las porciones. Pues resulta que en los últimos cinco años, más de 2.500 productos han menguado de tamaño sin variar los precios. La tendencia que marcó Toblerone se ha extendido a Mars, Maltesers y otros productos de chocolate, y así hasta llegar a los paquetes de Whiskas para gatos.
“Tardé más de dos semanas en darme cuenta de por qué mis gatos se quedaban hambrientos”, relata David Reid a ‘The Guardian’, tras descubrir cómo los paquetes de 100 gramos habían encogido a 85 gramos por el mismo precio. “Lo siento mucho por ellos, pero voy a tener que buscar otra marca”
Agencias