Cuando el líder chino habla sobre Ucrania nadie sabe exactamente a qué paz se refiere. Si bien lo preocupante es que intuyamos con qué paz se conforma Macron
NotMid 23/04/2023
JAVIER REDONDO
Las expresiones y palabras orientan los enfoques e ideas que prevalecen en torno a cualquier asunto. Hemos asumido que Xi es un mediador en Ucrania: «Sé que puedo contar con usted para hacer volver a Rusia a la razón y a todos de vuelta a la mesa de negociaciones», le encomendó -y se ilusionó- Macron a Xi en su reciente visita a Pekín. Incluso escudándonos en el lenguaje diplomático, no es disparatado concluir que Xi contestó con evasivas. Cuando habla el líder chino nadie sabe exactamente a qué paz se refiere. Si bien lo preocupante es que intuyamos con qué paz se conforma Macron.
Recurrir a Xi como mediador constituye un ejercicio de realismo precisamente porque es aliado de Putin. Quizás el mundo libre necesite creerlo y explorar esa vía. Pero puede también que el rastreo conduzca a la melancolía, pues ignoramos las contradicciones de los axiomas que guían este deseo: la única razón objetiva para considerar a Xi un mediador es su proximidad con Putin. Pero en virtud de esa cercanía es prudente desconfiar de tal mediación. La apelación podría entenderse como una manera de presionar a Xi. Aunque no lo es.
Hace unos días, la ex ministra de Exteriores, González Laya, publicó un interesante artículo en El País. Sostenía que había que desterrar tres ilusiones respecto de la relación entre Europa y China: el desacoplamiento de las economías, la anteposición de la seguridad al comercio y que con la dictadura china no se negocia. Al argumentar su posición, Laya se rige por un paradigma que llama «realista»: Europa no tiene autonomía estratégica, Xi ha reforzado su poder y Estados Unidos ha convertido a China en su «principal amenaza». En suma, hay que contar con China -porque además controla la deuda de 40 economías en desarrollo-, y a la vez exigirle juego limpio en las relaciones comerciales, responsabilidad en política climática y compromiso con el crecimiento global. Tales condiciones vaporizan el realismo.
Se cumple un mes de los 12 puntos de paz de Xi. La clave para el fin de la guerra está en el primero: «Respetar la integridad territorial». Sin embargo, no sabemos qué entiende Xi por «integridad territorial» de Ucrania y Rusia. Así que lo verdaderamente realista es averiguarlo y no florear, porque Xi no quería ruido, pero, ya que lo hay, ejerce de adalid mundial y aumenta la dependencia de Putin. Para realismo, el de Xi.