Miguel, el ‘Maestro de la almazara’ y otros conocedores de la industria oleica cuentan por qué se ha disparado el coste del oro líquido español, un incremento que, lejos de enriquecer, empobrece y genera pérdidas económicas a consumidores y productores
NotMid 04/09/2023
Estilo de vida
Miguel Bustos comenzó a trabajar entre olivares a los 18 años, “cuando todo el sistema era tradicional, cuando los burros entraban a la fábrica con capacho, cuando se descargaba y lavaba la aceituna de forma manual…”. Hoy ya tiene 67 años y, tras casi medio siglo en la industria oleica como agricultor, puede hablar con propiedad sobre el mundo del aceite de oliva. Es “el más veterano” de la Cooperativa Nuestra Señora del Pilar, ubicada en Villacarrillo (Jaén), y durante 50 años no sólo ha visto cómo se ha transformado y modernizado la fábrica, también ha presenciado los efectos del cambio climático y cómo estos inciden en el incremento del precio del aceite de oliva que ya alcanza, por primera vez en la historia, los 10 euros.
Como si fuéramos unas aceitunas que siguen su curso para convertirse en aceite, Miguel nos desliza por la fábrica para explicarnos su funcionamiento. Cuenta que antes la pasta de aceituna se trataba a 40 grados para extraer la mayor cantidad de aceite del fruto, pero que ahora se mantiene a 25 grados, “sin nunca pasarse de los 27”. ¿La razón? Preservar su aroma todo lo posible, ya que “si le das mucho calor, se escapa”. Y justamente eso buscan con los aceites virgen extra, mantener la calidad del aroma. Algo que, sin duda, consiguen: ahora que no es época de una campaña activa, la fuerte fragancia a aceite de oliva acaricia nuestros sentidos.
Fuera de la cooperativa, recorremos parte de los olivares a 38 grados de temperatura y bajo un desapacible sol. No es de extrañar que muchas aceitunas yazcan secas, arrugadas, en el hueso y grises en lugar de verdes, como si fueran mini piedras guindando de las ramas. Las más afortunadas tienen poco fruto alrededor; otras ni siquiera llegaron a existir. Los olivares están deshidratados, aunque a simple vista no se perciba, dada la resistencia de estos árboles. Este 2023 han visto poca agua y, además, arrastran la sequedad del año anterior, lo cual repercute en el precio actual.
“Los ciclos de sequía en esta zona siempre han existido, pero estos calores de más de 40 grados, jamás. Me acuerdo de que cuando era pequeño no hacía tanto calor, llovía más y por estas fechas todas las tardes había lluvia. Era otro clima“, recuerda Miguel, el Maestro de la almazara, como lo describen sus compañeros, y quien “hace posible que el aceite salga maravilloso”, ya que es el responsable de todo el proceso de producción de la cooperativa, que incluye 13.362 hectáreas con cerca de 1.564.100 olivos. El avezado agricultor explica a Crónica cómo se elabora el aceite de oliva y no puede evitar hacer comparaciones con la época de antaño.
Compartir todo el proceso de elaboración del aceite, desde que nace el fruto de la aceituna hasta que se almacena la última gota, es fácil y mecánico para Miguel. Lo ha contado ya muchas veces, pero sigue teniendo un brillo especial en los ojos y una sonrisa enorgullecida cuando ilustra a los demás. Hasta sus propios compañeros aprovechan para hacerle preguntas. “Es que da gusto oírle hablar”, tal y como expresa Antonio Guzmán, gerente de la Federación de Cooperativas de Jaén, quien también nos acompaña en la excursión a la cooperativa más grande del mundo, situada en la provincia olivarera más importante de España -con unos 60 millones de olivos-.
La cantidad de lluvia es proporcional a la cantidad de aceitunas de una cosecha y, por ende, a la cantidad de aceite. “Si vemos la pluviometría, comprobamos que los años que llueve mucho hay más aceitunas”, resume Juan Delgado, responsable de Administración de la cooperativa y pequeño agricultor. Rafael Pico, director general de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva (Asoliva), indica que “la producción de esta campaña 2022-2023 ha sido bajísima” y la cataloga como “histórica”, porque, mientras que “la media de producciones en España está alrededor de 1.400.000 toneladas de aceite, la última fue de 663.000 toneladas“. Un descenso de más del 50%.
El director general de Asoliva no puede ocultar su consternación y asegura que “hace más de 30 años que no se ve una producción tan baja en España”. En la misma línea, Cristóbal Cano, secretario general de la organización Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA-Jaén), califica la campaña como “la peor del siglo XXI” y que trae consigo “la grave consecuencia de que se va a enlazar con una segunda mala cosecha consecutiva”. La próxima campaña 2023-2024, auguran los expertos entrevistados para este reportaje, va a ser muy parecida en términos de producción.
La media de producción de aceite en España es de 1.400.000 toneladas y la última fue de 663.000 – Rafael Pico, director general de Asoliva.
En la última primavera, cuando las incipientes flores de aceituna necesitaban agua para formarse, subieron las temperaturas. Como explica el Maestro de la almazara, “si un olivar ya viene con temperaturas muy altas, junto a una sequía, el árbol no tiene fuerza para cuajar esa aceituna”. La lluvia llegó, pero con un mes de retraso. “Si esos litros de agua hubiesen caído un mes antes, hubiésemos tenido una cosecha media, pero no hemos tenido esa suerte y, bueno, el árbol no tiene casi cosecha”.
SIN ENRIQUECIMIENTO
Una aceituna gorda picual bien desarrollada puede pesar tres gramos, pero ahora cada una pesa alrededor de 1,25 gramos. “Cuánto me vale a mí recoger esas aceitunas… El trabajo es el mismo para recoger 40 kilos que cinco“, expresa el agricultor e ingeniero agrónomo Pablo Romero, vocal de la Junta Directiva de la cooperativa. Así entra en juego otro factor: los costes de producción. «Ha aumentado todo, la luz en especial. El año pasado fue más del doble. También se ha triplicado el coste de los fertilizantes sanitarios y el nitrógeno. El combustible igual».
Lucía Serrano del Moral, una de las dueñas de la pequeña fábrica Malacasta, también se ha visto afectada por la inflación que ha llegado a los costes de producción. “Todo ha incrementado. Empezando por el coste energético que ha sido tremendo. Lo que subió el año pasado fue una auténtica barbaridad y eso triplicó la factura de la luz. Luego los costes de cualquier otro producto que utilices tanto desengrasantes para la limpieza, las botellas PET o de cristal, que el cristal también tuvo un problema de suministro. No había botellas de cristal. Imagínense lo que nosotros podemos estar pagando por una botella de cristal, donde valía a lo mejor 20 céntimos, hemos llegado a pagar hasta 70″.
Cada etapa de desarrollo en la vida de una aceituna es determinante en la siguiente fase. “Si ahora, por ejemplo, nos llueve en septiembre-octubre, lo único es que la aceituna va a tener más calibre y va a tener más rendimiento graso, pero no va a solucionar el problema de los altos precios porque ya sabemos que la cosecha va a ser muy baja porque hay pocas aceitunas”, justifica Miguel.
Sin embargo, cualquier gota de agua será bienvenida. Otro agricultor, Francisco Ortiz, señala cuáles serían las consecuencias de una escasez de lluvia en el próximo trimestre: “Con la poca aceituna que hay también se perderá la producción, la calidad y todo irá para atrás… Si no cambia la falta de agua y viene otro año como el anterior, ya sería bastante problemático“.
“Con una mala cosecha y las perspectivas de otra igual, teniendo en cuenta que somos el primer país productor a nivel mundial, pues uno de cada dos litros de aceite de oliva que se consume en el mundo tiene origen olivar español, eso evidentemente se trasladará a una tensión en los mercados, que es la que la que estamos viendo”, puntualiza Cristóbal.
Esa tensión en el mercado no sólo afecta a nivel nacional. “La media de las exportaciones de los últimos años”, comparte Rafael, “está entre 1.000.000 de toneladas y 1.100.000, con un pico de exportación de 1.150.000 toneladas”. Pero para la próxima campaña se estima que estará “en torno a 650.000“. Aunado a ello, “el diferencial de precio entre el aceite de girasol y el aceite de oliva es muy grande y hay consumidores, tanto del mercado nacional como de mercados exteriores, que se han ido a por el de girasol”. Al contrario que en España, en el exterior hay “muchas más opciones, y el aceite de oliva tiene una cuota de mercado del 3% dentro del porcentaje de consumo de aceites y grasas a nivel mundial. Hay muchos más aceites vegetales, no sólo el de girasol, sino que está la canola, las hojas, la pepita de uva, el aguacate, el algodón…”.
“Además, hay otro peligro que no tiene el mercado nacional: que hay otros países productores que sí han tenido producción con menores precios”, señala el director general de Asoliva. Ese hecho ocasiona que el consumidor extranjero “se vaya a comprar a esos países en vez de a España, y eso es un peligro bastante importante porque estás enseñando a los importadores que hay otro mundo. Para nosotros no es bueno que se vayan al consumo de otro tipo de aceite o hacia otros países productores”. A su vez, como argumenta Pablo, los consumidores de fuera “tienen menos cultura del aceite de oliva, no lo tienen tan interiorizado como nosotros. Además, compran menos porque hay menos”. Por el contrario, el español “está acostumbrado a consumir aceite de oliva y no deja de hacerlo, aunque consuma menos”, como asegura Juan.
“Esa es la problemática, que, al haber poca producción, la demanda sigue siendo alta porque la salida sigue siendo buena”, tal y como señala la copropietaria de la fábrica Malascasta, que cuenta con 100 años de antigüedad. “La gente es inteligente, sabe que el aceite de oliva es muy bueno, lo sigue consumiendo y se está privando de otro tipo de producto. Aquí las ventas no han bajado. Pero el problema que tengo es que en la próxima campaña no voy a poder suministrar porque me voy a quedar sin aceite“, expresa Lucía.
El aumento del coste del aceite no se ha reflejado positivamente en el bolsillo de los productores o agricultores, sino todo lo contrario. Lucía lo constata con su pequeña fábrica familiar: “Nosotros liquidamos al agricultor al precio del kilogramo en el mercado. Entonces, no hay cantidad suficiente para que sea un beneficio muy alto. Le estoy liquidando a mis agricultores, el virgen extra, a alrededor de ocho euros y medio o nueve, el kilo de aceite… ¿Para qué quiero tener este precio, si luego tengo muy pocos kilos de aceituna? Es una pena“.
Lo mismo opina Pablo. “Debería ser una gran oportunidad, el mejor momento para la venta porque es el más caro de la historia pero yo no tengo aceite para vender, cuando llevo toda la vida en esto… Estamos especialmente desfavorecidos sin agua”. Y comparte que, incluso, han llegado a ofrecer el aceite a un precio inferior al que deberían: “Hemos vendido por debajo del coste muchísimas veces. Hemos vendido a 1,90 sin poder porque el mercado nos pagaba eso”.
Los agricultores, productores y representantes de las principales cooperativas y grupos de comercialización de aceite de oliva no están de brazos cruzados mirando al cielo a la espera de lluvia. Antonio comparte alguna de las acciones tomadas: “Tuvimos el congreso de cooperativas este año y se insistió en que tiene que haber un plan hidrológico nacional. España tiene agua subterránea de forma latente. Eso sería muy eficiente porque con poquita agua tú generas”.
¿Para qué quiero tener este precio, si luego tengo muy pocos kilos de aceituna? Es una penaLucía Serrano, copropietaria de la fábrica Malacasta.
“Hay un tema pendiente que todavía no se ha abordado con la suficiente fuerza política para poder cambiarlo y es la necesidad de una ley de aguas en España. Portugal lo ha hecho y les sobra el agua, y está al lado. Falta una ley que pueda distribuir el sobrante de unas comunidades hacia otras”, indica Rafael. También cuenta a Crónica que hace poco tuvieron una reunión con el Ministerio de Agricultura, Pesca y no obtuvieron ninguna respuesta. “Comentamos un poco cómo va la evolución de la exportación, del consumo nacional, la producción o perspectivas… pero soluciones a esta falta de lluvias, pues ninguna. Esperar a que llueva y la ley de aguas aquí no se toca”.
El secretario general de UPA Jaén coincide con esta necesidad administrativa. “Tienen que mojarse, valga la redundancia, tienen que poner encima de la mesa ayuda directa, cosa que hasta ahora no ha pasado en nuestro sector y sí ha pasado en otros sectores agrícolas y ganaderos”. Y exige, respecto al agua, que “no se puede dar ningún paso atrás en la generación de infraestructura, se debe apostar por la modernización de regadío y también por un reparto más social del agua, centrándola en cultivos como el olivar que es el que mayor valor sostenible tiene ante una baja de regadíos”.
La media de producción de aceite en la provincia de Jaén es de 450.000 toneladas y en el último año fue de 170.000. “El camino que están atravesando nuestros pueblos es muy complicado”, reflexiona Antonio con pesar, y comparte un refrán de la provincia andaluza: “Cuando el olivar se resfría, Jaén tose”. Y no sólo tose Jaén o Andalucía, sino también toda España, afectando al bolsillo de los españoles. Al cielo, se le pide lluvia; a la administración, un plan hidrológico.
Agencias