El bloque conservador se chocó con dos límites: el de su reparto interno y el del 46% que sólo pudo superar en la gran crisis de 2011
NotMid 25/07/2023
ESPAÑA (Elecciones Generales)
Alberto Núñez Feijóo habló ayer ante la Junta Directiva Nacional de una «victoria electoral incontestable» para valorar los 136 diputados y el 33,3% que el Partido Popular logró en las elecciones generales del domingo. Recalcó que su partido había mejorado en tres millones de votos -«el mayor crecimiento en nuestra historia»- y reivindicó haber logrado un resultado «que parecía imposible» cuando se hizo cargo de la formación en 2022. Minutos antes, en la puerta de la sede del PP en la calle Génova, Isabel Díaz Ayuso afirmaba que nadie en la política española, ni el PSOE ni el PP, tenían nada que «celebrar». Con los números en la mano, los dos tenían razón en la resaca del resultado electoral más complejo en la historia democrática de España, que encierra multitud de claves.
PRECEDENTE IGNORADO
Como suelen advertir los consultores durante las campañas, el gran reto antes de ir a las urnas es gestionar las expectativas. El Partido Popular vendió la idea de una victoria aplastante que no se concretó. Y que tampoco se sostenía en los números. Las encuestas sobrerrepresentaron a la derecha, pero no tanto. Las 19 casas demoscópicas que publicaron sondeos en la última semana de campaña otorgaban a la suma de PP y Vox una media del 47,1% del voto a nivel nacional. De ellas, al menos 7 ubicaban a esa posible coalición en el entorno del 46% o por debajo.
Con ese escenario, la derecha tenía una pista en el 26 de junio de 2016. Entonces, tras el bloqueo arrastrado de 2015, PP y Ciudadanos lograron en las elecciones generales un 46,07%, sin más partidos compitiendo en el bloque conservador. Se tradujo en 169 diputados. Exactamente los mismos que ahora, con la suma de PP y Vox en el 45,8% y con una distribución casi idéntica -137 PP y 32 Ciudadanos entonces, 136 PP y 33 Vox este domingo-. Mientras desde Génova se miraba a los cuadrantes que dibujaron los mapas electorales de 1996 –Aznar, 156 diputados- o incluso 1977 –Adolfo Suárez, 165-, había otro mucho más reciente, que las encuestas dibujaban como bastante probable y con un reparto de actores más parecido al actual. No se supo ver. Rajoy consiguió gobernar apoyado en el PNV tras el resultado, pero acabó censurado.
UN POSIBLE TECHO
El bloque conservador tiene motivos para pensar que está ante un techo sociológico. El 45,8% logrado por el PP y Vox este 23-J es el tercer mejor resultado histórico de la derecha en 46 años de elecciones democráticas. Y podría competir por ser el segundo, si se entiende que el Ciudadanos de 2016 tenía aún vocación de bisagra centrista. La mayoría absoluta de Mariano Rajoy en 2011 se construyó sobre un 44,6% del PP, 186 diputados, completados además por un 4,7% de UPyD, que elevó el resultado global del centro derecha hasta el 49,3%. Ese es el tope histórico, con un PP sin competencia en la mayoría de circunscripciones y logrado en un contexto de profunda crisis económica frente a un José Luis Rodríguez Zapatero que arrancó la legislatura prometiendo el pleno empleo y la cerró con una tasa de paro demoledora del 22,6%.
¿Significa eso que Pablo Iglesias tenía razón cuando auguraba en 2020 que la derecha sabe que «no va a volver a gobernar»? Lo cierto es que el centro derecha ha gobernado con resultados peores que el cosechado este domingo -42,6% en 1977, 40,7% en 1979, 38,8% en 1996, 44,6% en la mayoría absoluta del 2000-, pero el reparto de fuerzas dentro del bloque y la ausencia de aliados regionales relevantes, casi todos antagónicos con Vox, lo complica siempre que no existan circunstancias excepcionales como en 2011.
¿PUEDE CRECER EL PP?
La idea del Partido Popular de acercarse a los 160 diputados sólo puede realizarse en las actuales circunstancias a costa de un Vox casi irrelevante. Pero en ningún momento de la campaña estuvo en duda que el partido de Santiago Abascal fuese a perder el suelo de 2,7 millones de votos que logró en su irrupción de abril de 2019. Finalmente se quedó en 3 millones. Y ante un PSOE que perdió representación en multitud de circunscripciones del interior, el PP tenía muy difícil lograr un resultado mucho mejor del que finalmente obtuvo.
Feijóo logró victorias de 3 a 1 frente a Sánchez en Lugo, Ourense y Salamanca. Sólo falló en La Rioja, donde se quedó en 2-2 pese a acercarse al 46% del voto. También en Burgos, donde el tercero era prácticamente una quimera. Los populares echaron en falta algún diputado más en Madrid, ganar en Sevilla, un quinto representante en Murcia o haber logrado entrar en Lérida o Gerona. Pero más allá de esos cinco o seis diputados, el mapa que dibujó el recuento del 23-J le deja pocas opciones de crecimiento a Feijóo en una hipotética repetición de elecciones si no es a costa de Vox, ya castigado en muchas circunscripciones en las que ha quedado sin representación pese a lograr un buen resultado, como Albacete -16,65%-, Cuenca -15,6%-, Ávila -15,4%-, Segovia -14,2%-, Cáceres -13,6%-, o Zamora -13,2%-.
¿ASUSTAN LOS PACTOS?
Uno de los focos de la noche estaba puesto en cómo reaccionarían electoralmente las comunidades autónomas en las que el Partido Popular y Vox llegaron a acuerdos o han negociado tras las elecciones del pasado 28 de mayo. Pero si hubo un efecto de voto masivo para contener a Vox, desde luego no se produjo en estas comunidades. En Extremadura, donde PP y Vox combinaron un 46,96% el 28-M, lograron un 51,58% el domingo. Siete décimas por encima del resultado combinado de PP, Vox y Ciudadanos hace cuatro años.
Lo mismo sucedió en la Comunidad Valenciana, donde el 46,9% de las autonómicas se convirtió en un 50,55% el 23-J, casi un punto por encima del bloque anti-Sánchez del 10-N de 2019. El fenómeno se repite en menor medida en las Islas Baleares, de un 49,8% a un 50,85%, aunque aquí los conservadores crecen más de tres puntos durante la última legislatura. Y tampoco hay castigo ni en Aragón -de un 46,8% a un 50,97%- ni en Murcia -de un 60,56% a un 63,07%-. Paradójicamente, el problema para la derecha no llegó desde los territorios donde negocia o ha necesitado una coalición, sino desde aquellos donde gobierna con mayoría absoluta.
En Madrid, el 54,65% del 28-M entre PP y Vox se quedó en un 54,53%, aún así por encima del 52,7% de hace cuatro años. En Andalucía, el 56,59% de las autonómicas de diciembre de 2022 se redujo considerablemente hasta un 51,77% ayer, aún así por encima del 49,59% de hace cuatro años y consolidando la región como un nuevo granero para la derecha pese a la considerable movilización de la izquierda.
EFECTO FEIJÓO EN GALICIA
Feijóo no replicó el tirón ni de Isabel Díaz Ayuso ni de Juanma Moreno. Pero sí aprovechó el suyo propio en Galicia, donde mejoró en tres escaños los resultados del PP a costa exclusivamente del PSOE, que los perdió en la misma medida. Sumar mantuvo los mismos representantes que ya tenía Podemos. Tras cuatro mayorías absolutas regionales, Feijóo fue profeta en su tierra, en la que dio el mítin central de campaña -Pontevedra- y la cerró -La Coruña-, pero no consiguió extender su poder electoral a regiones en las que el PP podría haber aspirado a un mejor resultado del que obtuvo finalmente.
ESCAÑOS AÚN EN JUEGO
Los 2,3 millones de españoles con derecho al voto desde el extranjero todavía tienen en su mano cambiar algunos escaños a última hora. El voto CERA se contabilizará entre el viernes y el sábado y tiene en vilo a varias circunscripciones. En Madrid, con más de 375.000 electores censados fuera de España, el PP está a solo 1.700 votos de quitarle un escaño al PSOE que podría resultar decisivo. Actualmente, el PSOE podría conseguir la investidura con 172 síes, 171 noes y la abstención de Junts. El baile de ese escaño obligaría a que la formación de Carles Puigdemont tuviera que votar afirmativamente en una hipotética investidura de Sánchez, lo que elevaría previsiblemente el precio a pagar por el aspirante a la presidencia del Gobierno. Además, el PP está a unos 400 votos de robarle un escaño a Vox en Cantabria, y a 300 de quitárselo a Junts en Gerona, aunque parece improbable. Por su parte, el PSOE tiene la mira puesta en Tarragona, donde está a 1.300 votos de Junts, y en Málaga, donde se ha quedado a 3.000 votos de un cuarto escaño que le quitaría al PP.
BASTIÓN CATALÁN
El espectacular resultado de Cataluña salvó la noche y quizá la legislatura para el PSOE, que compensó allí las derrotas frente al PP en el resto de España. Los 19 diputados catalanes socialistas le otorgaron de partida una ventaja de 13 sobre el PP, pese a que los populares fueron tercera fuerza en Cataluña y superaron en escaños en Barcelona tanto a Junts como a ERC, lo cual no había sucedido jamás.
Sólo con el 19 de Cataluña, el PSOE neutralizó las derrotas combinadas en Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Aragón. Un granero que los socialistas no cosechaban desde 2008 -consiguieron 25 entonces-, pero que también deja expuesto a Sánchez si mantiene sus resultados en el resto de España y ERC recupera terreno electoral en el futuro.
EL RESTO DEL MAPA
El PSOE tuvo un comportamiento muy desigual durante toda la noche. Pese a que por lo general mejoró su porcentaje de voto, la distancia con el PP le perjudicó a través del mapa electoral. Perdió cuatro escaños respecto a 2019 en Andalucía, 3 en Galicia, 2 en Aragón y se dejó representación por el camino en Castilla-La Mancha, Extremadura y Asturias, donde ganaron los populares. Sánchez repitió resultado en Castilla y León, La Rioja y Murcia, y aparte de en Cataluña consiguió mejorar un escaño en Canarias -Vox no tenía candidatura en Santa Cruz de Tenerife-, Cantabria -no competía el PRC de Miguel Ángel Revilla-, País Vasco, Madrid -en riesgo-, Navarra, la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares.
SUMAR PIERDE 700.000
La coalición liderada por Yolanda Díaz perdió más de 700.000 votos en comparación con 2019, teniendo en cuenta todos los partidos que integran Sumar y entonces fueron por separado. Aún así, consiguió mantener 31 escaños gracias a su segunda plaza en Cataluña y a su resistencia andaluza en Sevilla, Cádiz, Córdoba, Málaga y Granada. Curiosamente, en Canarias consiguió escaño por Las Palmas pero no por Santa Cruz, donde concurría junto al proyecto Drago del ex de Podemos Alberto Rodríguez.
Agencias