La supervivencia personal, en lugar del debate de ideas, provoca la fractura en ese espacio político
NotMid 09/06/2023
ESPAÑA
Acaso puede alguien dudar de que Pablo Iglesias es rápido y mordaz? «Estimado Félix, cuando te eligieron la primera vez concejal en el Ayuntamiento de Madrid, Belarra y Montero no habían nacido», respondió el líder de Podemos -ejerce de facto desde que se cortó la coleta- contra Félix López-Rey, el número dos de Rita Maestre en la capital, que previamente había atacado: «Imponer a Montero y Belarra, las peor valoradas del Gobierno, es un error de Iglesias que pone en peligro la construcción de una alternativa de progreso». Belarra es del 87, Montero del 88 y López-Rey fue concejal de IU del 87 a finales de los 90. En 2015, reapareció en la lista que el PCE auspiciaba para fundirse con Manuela Carmena en Ahora Madrid. Se hizo tan carmenista que se escindió con Íñigo Errejón y se hizo tan de Más Madrid que este 28-M fue encumbrado cual Carmena viviente. Ocho años, tres carnets. Aun mejor, Yolanda Díaz, pionera en confluir, tras cada envés, y líder con cinco siglas en sólo una vida: IU, AGE, En Marea, En Común y, finalmente, Sumar, que no es más que Unidos Podemos (UP), mil divorcios después.
¿Por qué esta izquierda de la izquierda, la izquierda a la izquierda del PSOE, vive en un eterno retorno de divisiones, refundaciones y bautismos, con nombres más líquidos en cada episodio?https://omny.fm/shows/el-mundo-al-dia/el-fin-de-podemos/embed
Basta mirar el cartel electoral de las generales de 2016, con Garzón (IU), Oltra (Compromís), Errejón (luego Más Madrid, pronto Más País) y Colau (Comunes). Todos fueron apartándose de Podemos, y quemándose en lo personal, para acudir raudos, siete años después, a la llamada de la chica que estaba ya en 2016 pero no salía en la foto. Recuperar esa unidad imposible es un incuestionable mérito de Díaz, pero también es el reconocimiento del fracaso de todos. El fracaso, por duplicado, de Compromís para mantener Valencia; el fracaso de Más País para construir un partido nacional y de Más Madrid para frenar una doble mayoría absoluta del PP, con un 30% de caída en la capital que gobernaron; el fracaso de los Comunes para salvar Barcelona; el fracaso de IU, extraparlamentaria en Madrid y Valencia, como en 2015, y en repliegue, de Zarzuela a Kiev… Todos juntos ahora. «La prefiero compartida, antes que vaciar mi vida; no es perfecta, mas se acerca, a lo que yo simplemente soñé», se diría, aplicando cancionero revolucionario (Pablo Milanés) a la refundación. Al menos, ellos, los citados, no perdieron la noción de la realidad. Luego están los otros.
Anticapitalistas, que aquel 2016 ya habían salido del primer plano que gozaron en la fundación de Podemos y que en su pureza sólo resisten en el sur, sin Cádiz tras el 28-M y con esa querencia suya por lo identitario: en el País Vasco (Oskar Matute, tan destacado hoy en Bildu, tiene raíz anticapi); en el 1-O catalán (Dante Fachin se entregó a la causa) o en Andalucía (Teresa Rodríguez, con Adelante, «partido netamente andaluz, de obediencia andaluza»). Esa preferencia por lo particular, que dicen conjugar con el internacionalismo, muestra un porqué del derribo recurrente en esa franja izquierda, autocondecorada como izquierda verdadera y que en el dogmatismo tuvo su gran carcoma divisoria.
Vistas desde el presente, resultan envidiables las quiebras de antaño, qué grandeza: por apoyar a tu Gobierno o apoyar a tu clase en la Primera Guerra Mundial; por la dictadura del proletariado o apenas un Estado del Bienestar a la escandinava; por fe al leninismo, troskismo, maoísmo, hoxhaísmo o, quién dijo miedo, pensamiento Gonzalo; lucha armada o institucional; prosoviéticos o eurocomunitas; «PP-PSOE la misma mierda es» (15-M) o voto útil con suscripción a El País… Hace nada, elevar la tricolor en mítines o esconderla; tomar el cielo por consenso o por asalto.
Así llegamos a Podemos, que oficia su funeral en estas horas; llegamos a Iglesias, Montero y el fiel soldado José Julio Rodríguez, centro del cartel de 2016 y del rincón que fue «La sonrisa de un país» y casi un sorpasso al PSOE. Así llegamos a la putrefacción de esta semana final. Porque el enconamiento con Sumar no se debe al «programa, programa, programa», pobre Anguita, sino a la necesidad de encajar angustias personales. Vino a decir Iglesias que como Belarra y Montero no habían nacido cuando López-Rey debutó de concejal, sus dos compañeras merecen no menos años de vida política. Días antes había afirmado él mismo, ante el súbito adelanto electoral: «Llega el turno de los fontaneros para negociar las listas de cada provincia y los dineros».
Tampoco eso es nuevo.
A principios de este siglo, ya se hace largo, Llamazares resumió los problemas internos en IU en la falta de sitio (cargo) para todos. Fue cuando arrancó la penúltima de las tres descomposiciones de la izquierda verdadera: la del PCE, muerte y ave fénix en IU, fagocitada para un renacer revitalizante en Podemos, el cesante ahora. Eran comunistas o poscomunistas o antifelipistas todos en IU; como eran de IU, de cuerpo presente o por parentesco, los que hicieron Podemos. Aún resulta más evidente en Sumar: sólo los aragonesistas del CHA, aliados de IU hasta 2015 y de Más Madrid en 2019, y formaciones aún menores no fueron antes UP. No obstante, moradores fueron de las mismas tierras.
La confluencia de tantos pródigos subraya la orfandad generalizada y un horizonte de extremos: o la consolidación de Sumar como espacio de la tradición comunista haciendo cierto el lema de Díaz -«proyecto para la próxima década»- o una atomización cantonal, entre pugnas por naciones, dogmas y dineros. En el primer caso, ante la hipótesis probable de una lucha fratricida en el PSOE, hasta resurgiría para Díaz otra ocasión de sorpasso, si se dan la paciencia que tuvieron sus modelos latinos, de Boric a Obrador o Petro. En el segundo caso, larga vida a Ferraz. Sobre Sumar no importa cuánto abarca el abrazo de hoy, sino cuánto sobrevive el 24-J.
BAILE DE MARCA: PODEMOS/IU, UNIDOS, UNIDAS, SUMAR…
UNIDOS 2016. La primera gran alianza fue Unidos Podemos, en junio de 2016, que empeoró en voto al precedente del 20-D de 2015, cuando Podemos e IU concurrieron por separado.
UNIDAS 2019. La coalición se renombró Unidas Podemos en las europeas y las dos generales de 2019, en un guiño a la masiva movilización feminista de 2018.
PODEMOS-IU 2023. El pasado 28-M, la fórmula más común fue Podemos-IU, a la espera de Sumar.
Agencias