NotMid 14/03/2022
DEPORTES
En el filo de otro fracaso, el Atlético de Madrid solventó a duras penas su cuarta victoria seguida; un ejercicio de bajo nivel del conjunto rojiblanco que ganó por un regalo del portero Jeremías Ledesma en el 1-0 de Joao Félix y por una buena jugada, después, en el 2-1 de Rodrigo de Paul, demasiado premio para él y demasiado castigo para el Cádiz, superior de principio a fin en todo en el Metropolitano menos en el marcador.
Porque el conjunto andaluz, el antepenúltimo de la clasificación, desfiguró al Atlético, que duerme en la tercera posición, pero que no podrá hacerlo tranquilo. No sólo porque el Barcelona lo pueda superar de nuevo a lo largo de la jornada, sino porque, en la versión de este viernes, el pase a la Liga de Campeones dependerá demasiado de los deméritos rivales, igual que la eliminatoria del torneo que aguarda el próximo martes en Old Trafford ante el Manchester United. En este registro nada de eso será posible.
Mientras Simeone insiste una y otra en el nuevo espíritu del equipo cuando habla de la transformación reciente de su conjunto, el Atlético ha cambiado nada más en los resultados, en la pegada y en Joao Félix, quien representa la reacción del bloque rojiblanco, muy visible en los marcadores, lo único verdadero del fútbol cuando un grupo está en crisis, y poco de juego. Quizá su mejor partido de esta última fase fue el que no ganó. Ante el United (1-1).
El resto los venció. No hay mejor escondite para los problemas de un equipo que, hoy por hoy, aparenta más de lo que es, que se mueve en el filo de un detalle a favor o en contra. Contra el Osasuna, contra el Celta y contra el Betis, sus tres triunfos seguidos, cayó de su lado en momentos cruciales, porque tiene a Joao Félix, que también surgió en el 1-0 contra el Cádiz, el más listo de todos para promover un gol que ni él mismo intuía segundos antes.
El regalo fue evidente del portero Jeremías Ledesma, que le dio al delantero portugués (cinco goles en los últimos cinco encuentros) el pase que le iba a dar a Luis Hernández, más abierto a su derecha. No desaprovechó el obsequio Joao Félix, que interceptó el envío, controló y definió a la perfección, a la altura de su clase, como el futbolista indispensable que es en el presente para el Atlético, que no tuvo nada más a lo que agarrarse en el primer tiempo, a la astucia del atacante luso, al error del guardameta argentino, en 2:40 de juego.
No funcionó en nada en el Atlético, sometido por el Cádiz, que demostró siempre más que su adversario en todo el recorrido, desde cualquier perspectiva apreciable para ganar un partido: cada rechace fue suyo, se impuso en cada duelo, presionó más y mejor, demostró más ambición, se apropió más de la pelota y jugó en campo contrario con constancia. Nada nuevo este curso, para mal, en el equipo rojiblanco.
Instante a instante, la sensación se extendía por todo el graderío, que reunió a más de 50.000 personas en una noche fría de un viernes y que asumió con el paso de los minutos que el Atlético había retrocedido unas semanas atrás, a la indefinición, a la irrelevancia, pendiente de cualquier acierto del Cádiz para recibir el empate. Avisó primero Espino, después Negredo, más tarde Sobrino… Y marcó Negredo, de cabeza a centro de Espino.
Fue al borde del descanso. No extrañó a nadie. Ni el gol ni la forma como llegó, tan repetitivo ya en el recorrido trompicado que surca en esta campaña: un centro desde la banda izquierda del lateral uruguayo, sin ni siquiera profundizar por ella, y un cabezazo cómodo, solo, sin nadie a su alrededor, del atacante español, inalcanzable para Oblak.
Lo siguiente fue el descanso, al que el Atlético se fue con 11 hombres gracias al VAR. En directo, a González Fuertes no le había quedado ninguna duda de que la desproporcionada entrada de Reinildo con los dos pies merecía el mayor castigo. La revisión del vídeo, previa llamada de González González desde la Sala VOR, rebajó la sanción: se quedó en amarilla, cuando podía haber sido perfectamente roja. Una interpretación muy celebrada por Simeone, que aún debió pedir calma a Reinildo instantes después de otro cruce temerario.
Empatado con merecimiento por el Cádiz, el único que se había hecho acreedor de algún punto al intermedio, ni la reanudación espabiló al Atlético, dominado de nuevo por su adversario, asustado cuando Idrissi conectó un tiro que repelió Oblak con alguna dificultad, por detrás de su rival, como antes, en cada aspecto relevante del juego, sin entender aún tácticamente ni en el campo ni desde el baquillo porque su oponente le superaba en todo.
No sólo aplacó al conjunto de Simeone, fue mucho más allá. Lo rebajó a la mínima expresión, como lo hizo el Levante, pero además lo dominó con la pelota de forma incontestable. Nadie hubiera pensado que el Atlético era el cuarto de la tabla, ni mucho menos el actual campeón, ni que el Cádiz era el antepenúltimo. Quizá, al revés.
Tampoco nadie habría reconocido a Griezmann, en su reaparición como titular 15 partidos después, tan desaparecido como todo su equipo; ni a Yannick Carrasco, desconocido… Pero el Atlético ganó, porque de pronto surgieron Correa y Luis Suárez en el partido, ambos desde la suplencia, para componer con Llorente la mejor jugada -la única, quizás- al nivel que se le presupone al conjunto rojiblanco de todo el duelo.
La conexión terminó con el tiro de Correa, con la parada de Ledesma y con el rechace aprovechado por Rodrigo de Paul para establecer el 2-1 en el minuto 67. Nada concluyente, de no ser porque Giménez solucionó bajo la línea una mala salida de Oblak, cuando ya era el 2-2, entre la tensión de un final tan incierto, con Javi Serrano expulsado con roja directa en el 87 por una entrada sobre Álex Fernández que no pareció para tanto y con Simeone agitando sus brazos para buscar el aliento del público, el único recurso que ya le quedaba para lograr un triunfo que no lo mereció.
Barcelona golea a Osasuna y ya mira hacia el Clásico
El Barcelona recuperó el gol perdido contra el Galatasaray y pasó por encima de un Osasuna al que ya había sentenciado al llegarse a la media hora de partido, con un doblete de Ferran Torres, que abrió la lata de penalti, y otro gol (sexto en ocho apariciones) de Aubameyang para marcharse al descanso ganando 3-0 y cerrar la noche con un 4-0 indiscutible.
Cuarto partido de los últimos seis jugados en la Liga que el Barça anota cuatro goles, la alegría regresó al Camp Nou viendo a un equipo decidido y vivaz, tan capaz de reafirmar su crecimiento que le da de sobras para confirmarse en los puestos de Champions (hoy es tercero a cinco puntos del Sevilla, con un partido menos y a dos jornadas de recibirle) y, también, de mirar al Clásico con toda la ambición.
Puede, es muy probable, que el título este prácticamente sentenciado en favor del Real Madrid, pero el duelo que los dos gigantes disputarán el 20 de marzo en el Bernabéu medirá tanto el dominio de los merengues como el crecimiento de este Barça que a golpes de genio y superando los tropiezos lógicos de su juventud empieza a cabalgar con convencimiento.
El regreso al torneo de la regularidad fue un bálsamo y un auténtico ejercicio de autoestima para el equipo azulgrana, al que Xavi volvió a retocar en el once con el regreso de Alves, Piqué, Gavi y Dembélé, dando descanso a Frenkie de Jong y juntando una línea de ataque inédita hasta este domingo y que mostró un excelente desempeño.
Intenso en ataque, fuerte en la presión, rápido en la combinación y muy atento a la hora de la recuperación de pelota, la imagen del Barça no tuvo nada que ver con la del jueves anterior. Osasuna quiso repetir la experiencia del Galatasaray con un marcaje agobiante en la salida de balón, pero su plan saltó rápidamente por los aires.
Una primera llegada de Ferran Torres avisó y un asistencia de Busquets a Gavi comenzó a desnivelar la noche. El joven interior azulgrana fue empujado en el área por Nacho Vidal y el penalti, claro, lo transformó con suavidad Ferran Torres. En doce minutos comenzaba otro partido… Y al cabo de un cuarto de hora podía darse por finiquitada cualquier duda, con dos asistencias magníficas de Ousmane Dembélé y los correspondientes goles de Ferran y Aubameyang.
SIN MÁS
No tuvo ni asma de reaccionar un Osasuna entregado a la fatalidad y que apenas si disparó una vez a puerta en la primera mitad y que dedicó la segunda a minimizar los daños, consciente de la imposibilidad de aspirar a nada y más ocupado en no ser humillado y reservar fuerzas que en otra cosa.
El Barça tampoco quiso castigar más de la cuenta al rival, consciente de entrar en una semana grande que empezará en Estambul y acabará en el Bernabéu y se dedicó a jugar sin más riesgos de los necesarios, mientras Xavi, el más interesado en descansar a sus jugadores, fue dando minutos de refresco a jugadores muy secundarios como Lenglet, Braithwaite, Mingueza o Riqui Puig, quien disfrutó de su mejor noche del curso, marcando un excelente gol en forma de reivindicación.
Sin más historia, el Barça sentenció sin despeinarse a Osasuna y ya tiene en la mira, con el Galatasaray de por medio, al Real Madrid en un Clásico que alrededor del Camp Nou se espera con la esperanza de recuperar el tono perdido ante el gran rival.
El Sevilla volvió a pinchar
Rayo y Sevilla empataron (1-1) en el estadio de Vallecas, en el partido correspondiente a la jornada 28 de La Liga Santander.
El Rayo se adelantó en el marcador en el primer minuto de la segunda parte con un disparo cruzado desde la banda derecha del portugués Bebé, casi sin ángulo, que batió por alto al marroquí Yassine Bono.
El Sevilla empató en el minuto 63 cuando el mexicano Jesús Manuel Corona, ‘Tecatito’, puso desde la banda izquierda un centro cruzado que el danés Thomas Delaney remató en el área pequeña anticipándose a Fran García.
Con este resultado el Sevilla sigue segundo con 56 puntos, a siete del líder, el Real Madrid, y el Rayo suma 32, ocho por encima del descenso.
Agencias