El sectarismo sólo agrava los problemas. Frente a esa deriva debe reivindicarse un compromiso decidido con la igualdad
NotMid 08/03/2023
EDITORIAL
El debate político en el Congreso que ayer sirvió de preludio del Día Internacional de la Mujer ilustra el desenfoque con el que el Gobierno afronta la necesaria lucha a favor de la igualdad entre mujeres y hombres. Los socios de la coalición se enzarzaron en reproches mutuos sobre la ley del sólo sí es sí, una norma que ha generado más de 700 rebajas de condenas a agresores sexuales y cuya reforma ha empezado a tramitarse cinco meses después gracias al respaldo del PP.
Pero lo que ayer se debatió no fue sólo la oportunidad de reintroducir una horquilla de penas progresiva en una ley concreta, sino la necesidad de corregir el populismo dañino con el cual el Gobierno legisla sobre las mujeres. El estandarte de esa forma de hacer política es la ministra Irene Montero. Sin embargo, el PSOE ha participado activamente de ella, sacrificando los valores del feminismo en nombre de la Ley Trans y sumándose a una patrimonialización de las mujeres que puede volvérsele en contra en las manifestaciones que hoy recorrerán las calles.
El desenfoque es profundo porque, mientras el feminismo más dogmático inunda el debate con asuntos de orden propagandístico y generaliza hasta la banalización la etiqueta de «machista» -si todo es machista, nada lo es-, asuntos que inciden realmente en la vida de las mujeres quedan orillados. Trabajar en la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos, favorecer la conciliación familiar y laboral, impulsar desde los valores liberales el liderazgo femenino -aún poco presente en algunas esferas del poder- y aunar esfuerzos frente a los reductos de violencia que efectivamente persisten son retos importantes que deben afrontarse con el espíritu de una sociedad abierta, democrática y sí, feminista, como la española.
España es uno de los mejores países del mundo para nacer mujer, y eso debe recordarse sin restar relevancia a los objetivos que quedan por alcanzar. Uno de ellos, cada vez más visible, es la presencia muy superior de las mujeres entre quienes relegan su trabajo para poder hacerse cargo de un familiar. Como contamos en nuestro Primer plano, desde 2020 en España 1,31 millones de mujeres han dejado su empleo para cuidar a niños o adultos enfermos o incapacitados o bien para atender obligaciones familiares, frente a sólo 379.600 hombres, lo que las penaliza a ellas en sus carreras. También la brecha salarial -que obedece a razones múltiples- es un asunto pendiente: nuestro país se sitúa en el número 89 de los 146 países analizados por el índice Global Gender Gap del Foro Económico Mundial de Davos en lo que respecta a la igualdad de sueldo para trabajos equivalentes.
El sectarismo enciende pasiones pero no arregla problemas: los agrava. Frente a esa deriva debe reivindicarse un compromiso firme, racional y entusiasta con la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres. Solo su implicación decidida hace progresar a las sociedades libres.