El dictador Daniel Ortega cerró la oficina de la Organización de Estados Americanos. El canciller Denis Moncada calificó como “diabólico” al organismo
NotMid 25/04/2022
IberoAmérica
El régimen de Daniel Ortega cerró el domingo la oficina de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Managua y adelantó la salida de los representantes de Nicaragua ante ese organismo, del cual ya había anunciado su retiro en noviembre de 2021.
Según dijo el canciller nicaragüense, Denis Moncada, su país deja inmediatamente de participar de la OEA y retira las credenciales a sus representantes en Washington. “Tampoco tendrá, este infame organismo, en consecuencia, oficinas en nuestro país. Su sede local ha sido cerrada”, agregó.
Minutos después del anuncio, la Policía Nacional rodeó las oficinas de la OEA en Nicaragua, ubicadas a las afueras de Managua, mientras sus símbolos eran desmontados.
En una carta leída a través de una transmisión oficial, Moncada dijo que “a partir de esta fecha” Nicaragua deja de formar parte “de todos los engañosos mecanismos de este engendro, llámense Consejo Permanente, llámense comisiones, llámense reuniones, llámense Cumbre de las Américas”. “No tendremos presencia en ninguna de las instancias de ese diabólico Instrumento de la mal llamada OEA”, aseguró.
El ministro de Exteriores del régimen de Nicaragua, Denis Moncada, en una fotografía de archivo. EFE/Lenin Nolly
El dictador Ortega, un exguerrillero de 76 años en el poder desde 2007, había anunciado a finales del año pasado el retiro de Nicaragua de la OEA, que desconoció su elección para un cuarto mandato consecutivo, con sus rivales y opositores presos y acusados de conspirar contra él. Sin embargo, de acuerdo a los protocolos, la salida debía ocurrir en un lapso de dos años, para que Nicaragua culminara con los compromisos pendientes que pudiera tener con el organismo.
El régimen montó en cólera contra la OEA cuanod el organismo aprobó el proceso de aplicación de la Carta Democrática Interamericana por los señalamientos contra Ortega sobre violaciones a los derechos humanos en 2018, en el marco de las manifestaciones antigubernamentales que, según documentó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dejaron 355 muertos.
La primera dama, Rosario Murillo
El 23 de marzo, el entonces representante permanente de Nicaragua ante la OEA, Arturo McFields, sorprendió durante su intervención en una sesión del consejo permanente, durante la cual calificó de “dictadura” a la gestión de Ortega y denunció las precarias condiciones en que sus opositores estaban detenidos.
“No puedo entender los motivos del gobierno, pero este retiro se realiza al cumplirse un mes de mi discurso ante la OEA”, dijo McFields este domingo, en conversación con la AFP. Las oficinas de la OEA “han estado históricamente en nuestro país y fueron parte de un proceso histórico de pacificación en Nicaragua. Se han cerrado oficinas que representan los acuerdos de paz en Nicaragua. El gobierno está cerrando una puerta a la paz”, agregó.
Según detalló McFields, actualmente las oficinas de la OEA en Managua funcionaban con un personal básico administrativo.
Nicaragua atraviesa una crisis política y social desde abril de 2018, que se ha acentuado tras las controvertidas elecciones generales del pasado 7 de noviembre en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión.
El día que McFields renunció, denunció las brutalidades de los Ortega, aún con temor a sufrir represalias. “Tomo la palabra en nombre de más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida en mi país desde el año 2018. Tomo la palabra en nombre de los miles de servidores públicos (…), de aquellos que hoy son obligados por el régimen de Nicaragua a fingir, a llenar plazas y repetir consignas porque si no lo hacen pierden su empleo”, dijo.
Y siguió: “ Tengo que hablar aunque tenga miedo. Tengo que hablar aunque mi futuro y el de mi familia sean inciertos. Desde 2018, Nicaragua se convirtió en el único país de Centroamérica donde no hay periódicos impresos, no hay libertad de publicar un simple comentario en las redes sociales. No hay organismos de derechos humanos. Ni uno solo. Todos fueron cerrados, expulsados o clausurados. No hay partidos políticos independientes, no hay elecciones creíbles, no existe separación de poderes, sino poderes fácticos“.
Agencias