Sánchez descarta un superdomingo. Otra cosa son las superdomingas de los suyos
NotMid 17/06/2025
OPINIÓN
EMILIA LANDALUCE
La victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas de 2014 nos pareció a muchos una buena noticia. Se presentaba contra Eduardo Madina de la mano de Susana Díaz, que entonces lo despachaba como «el George Clooney». Madina parecía, por así decirlo, más radical, plurinacional y capaz de negociar acuerdos con EH Bildu. Sánchez no convenció a nadie en el Peugeot, sino que fue el apoyo del susanismo lo que lo catapultó como líder de la oposición. Y ahora añoramos a Madina, aunque es difícil saber por dónde habría ido el PSOE si se hubiera impuesto en aquellas primarias, pese a las dos papeletas. Quizás estaríamos en las mismas -aunque sin Koldo, Cerdán y Ábalos, los tres famosos mosquepedros-; nunca se sabe.
Sánchez, sin embargo, no resultó ese niño bonito dispuesto a calentar la silla de Ferraz a Susana mientras se decidía a dejar la Junta de Andalucía. Desde el principio tuvo muy claro que iba a ser presidente. Como fuese; de cualquier manera. Primero lo intentó con el llamado pacto del abrazo con Iglesias y Rivera, y más tarde lo lograría con la moción de censura contra Mariano Rajoy. Entre medias, las idas y venidas del PSOE y el falso referéndum de Puigdemont. Y nada de eso presagiaba que Sánchez estaría como está: acorralado, desfondado, odiado… ¡¡por la corrupción de Koldo y Ábalos!! Precisamente, los dos pilingueros –muy Pajares y Esteso– son los que mejor me caen del PSOE (como a Pablo Iglesias, por cierto).
La pasta y las tías son un vicio común, una aspiración casi vulgar, que es lo que ha condenado al presidente. Sin embargo, otras corrupciones, más corrosivas, apenas han afectado las expectativas electorales del presidente. Ni la amnistía, ni las cesiones a los nacionalistas (parece que a los ciudadanos no les preocupan los cupos que nos hacen desiguales), ni otras ingenierías sociales que han llegado con la ley del solo sí es sí. Tampoco le ha afectado su tibieza ante las represiones de Maduro y otras dictaduras a las que apoya. (¿Acaso no somos el socio más potente de China?). Duro con las espigas, blando con las espuelas, como suele ser Sánchez.
Fueron muchos los que especularon ayer con la posibilidad de que Sánchez convocase elecciones para despejar las dudas. No fue así. Descarta un superdomingo. Otra cosa son las superdomingas de los suyos. Y no son las de Ábalos y Koldo. Hay otras hipocresías que son mucho peores.