NotMid 26/06/2025
OPINIÓN
DAVID JIMÉNEZ TORRES
Sé que puede parecer extraño, pero Trump no es el eje de todo lo que ocurre en el mundo. Hay algunas cuestiones en las que resulta un actor más bien secundario. Siempre es relevante, claro; por el peso de su país y también por su patológica necesidad de acaparar los focos. Una compulsión que quedó patente cuando pasó de distanciarse de los ataques israelíes contra Irán a sumarse a ellos. Una clave no menor del episodio fue el deseo de Trump -a quien Netanyahu ha calado bien- de ser el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro. No se puede perder esto de vista cuando se debaten los pros y los contras de actuar contra el programa nuclear iraní. Quien debe tomar ahora decisiones tan serias es un hombre muy poco serio.
La tendencia del líder norteamericano a acaparar la atención se ha evidenciado también en la cumbre de la OTAN, presentada en los últimos días como una suerte de referéndum sobre la relación entre Trump y el resto de líderes de la Alianza. Por ello conviene recordar que el punto de referencia en los debates sobre la defensa de Europa no es Trump, sino Putin. Si se está planteando un aumento del gasto militar no es para agradar al Gobierno de EEUU, sino para prepararse ante una Rusia neoimperial que ya ha traído la guerra de nuevo a nuestro continente. Es más: si líderes como Rutte buscan contentar a Trump, es precisamente para que el narciso de la Casa Blanca no nos termine de dejar tirados ante el tirano del Kremlin. Como ha señalado Nicolás de Pedro en este diario, una «OTAN europea» supondría menos servidumbres, sí, pero también un gasto mucho mayor para nuestros países.
Por todo esto resulta lamentable la postura que ha adoptado nuestro Gobierno ante la cumbre. No es solo que Sánchez haya escenificado sus discrepancias con el resto de aliados en un burdo intento de mejorar su comprometida situación doméstica. Es que se ha seguido transmitiendo a los ciudadanos la impresión de que esta polémica tiene que ver con la actitud de los europeos ante Trump. Puede que esto agrade a algunos votantes de Sánchez, a los socios parlamentarios del PSOE e incluso al propio presidente norteamericano. Pero si la OTAN acaba sumiéndose en la discordia y la inoperancia no será en Washington donde se descorche el champán, sino en Moscú.