Ni Putin ni Xi Jinping han ocultado sus pulsiones imperialistas, en Ucrania el primero, en Hong-Kong y Taiwán el líder comunista
NotMid 25/02/2022
OPINIÓN
Es probable que cuando China invada Taiwán, la comunidad internacional se muestre tan hipócritamente perpleja como cuando ayer el Ejército ruso inició sus primeros ataques contra Ucrania. Durante semanas, la mayor parte de los analistas y hasta los representantes de la UE, en contra de las advertencias de Joe Biden, han venido difundiendo la idea de que una cosa son los discursos inflamados de retórica nacionalista y otra la estabilidad geopolítica mundial, que ni China ni Rusia, decían, se atreverán a desafiar. La Historia nos enseña que las políticas de contención suelen tener efectos contrarios a los que desean los políticos bienpensantes que las promueven.
También, que si a una potencia con pulsiones imperialistas no se le opone una resistencia capaz de frenarla, esta seguirá sus propios automatismos, porque en ello le va su supervivencia. No fue sólo un capricho megalómano de Hitler la ampliación de su «espacio vital» hacia el resto de Europa, como tampoco la expansión por el sudeste asiático impulsada por Hirohito. En su éxito se cifraba la existencia del III Reich y la del imperio japonés, que hasta su capitulación en 1945 dominaron gran parte del mundo.
Y si ni el acoso y derribo a la autonomía democrática de Hong-Kong por el régimen comunista de Pekín, ni la anexión de Crimea por la Rusia de Putin recibieron respuesta firme de potencia alguna, a nadie puede extrañar que ambos regímenes continúen con sus proyectos de reunificación nacional que ni uno ni otro esconden. Julio Aramberri expuso en La China de Xi Jinping (Ediciones Deliberar) cómo la aspiración de un líder que aspira al totalitarismo que perfeccionó Mao Zedong es la de reincorporar Taiwán y Hong- Kong al país, consolidar su presencia en el Tíbet y blindar el control sobre el mar de la China meridional.
De igual forma, José María Faraldo ha analizado en El nacionalismo ruso moderno (Báltica) la deriva del discurso patriótico de Putin, que está decidido a pasar a la Historia como el presidente que devolvió a Rusia la preponderancia mundial perdida. “En lo que respecta a la esfera militar” amenazó ayer Putin antes de dar la orden de iniciar los bombardeos, “la Rusia moderna es una de las potencias nucleares más fuertes ahora (…) Nadie debería tener dudas de que un ataque directo contra Rusia conducirá a una derrota y a consecuencias devastadoras para un potencial agresor”. Y habló luego de “desnazificar Ucrania”, uno de los tópicos que utiliza desde hace años, ya que el antiucranismo es uno de los elementos definitorios de un programa de paneslavismo que sitúe a Rusia en una esfera cultural y política ajena a la tradición liberal europea.
ElMundo