La Selección conquista la Nations League tras once años de sequía. La Roja bate a Croacia en los penaltis: Unai detuvo dos y Carvajal marcó el decisivo.
NotMid 18/06/2023
DEPORTES
España vuelve a ser grande. Once años después, La Roja conquista un nuevo título, lo hizo en una tanda de penaltis que se le había atragantado en los Mundiales 2018 y 2022 pero que en la Nations League le ha sabido a gloria. De Kiev a Róterdam, de aquella Selección del triplete a esta a la que acaba de tomar el pulso Luis de la Fuente. Unai Simón detuvo dos penaltis y Carvajal marcó el decisivo. Pero este es un triunfo coral. Qué bien sienta cuando uno se quita tanto peso de encima en una sola noche.

Fue un partido espeso, táctico desde el inicio, una trama sin gol. España no quería desnudarse. Y me explico, que no es cuestión de dejar aquí unos puntos suspensivos y que uno piense lo que no es. Lo que no quería España es que Croacia le sorprendiera a la contra y, la mejor manera de evitarlo, era manteniendo el bloque algo más bajo que ante Italia y no presionar alegremente. Quizá los sustos sufridos el jueves en los balones largos a Frattesi e Immobile, unidos al colmillo en el contragolpe que caracteriza a la selección balcánica, aconsejaban situar al equipo unos metros más atrás. Como toda final que se precie, los primeros minutos fueron de tanteo. Sólo hubo dos sustos, ambos tras los descuidos de Croacia en defensa. El primero fue light, un simple centro al área que Livakovic se complicó él solito al no saber blocar de primeras el balón que caía mansamente del cielo. En el segundo, al paso por el minuto 12, la torpeza de Erlic en la salida de balón a punto estuvo de aprovecharla Gavi, cuyo disparo raso salió cerca del poste.

Croacia no iba a despeinarse por ello, eso estaba claro. Modric oscilaba de derecha a izquierda buscando entrar en juego. La posesión era la que había recetado el médico, la esperada, 50%-50%. El ritmo, también el previsible: parsimonioso, sin regalar un pase al rival, asegurando en el caso de España que Asensio o Gavi bajaran a recibir para tratar de servir como escala hacia la punta de ataque que ocupaba Morata. No se regalaba un pase al rival, pero sí algunos metros. Por ahí llegó el primer aviso croata en el 22′, cuando un balón en largo aterrizó en las botas de Kramaric, que a punto estuvo de firmar el 0-1. Solo un minuto después fue Pasalic el protagonista, pero su remate mordido llegó dulcemente a los guantes de Unai. La mejor noticia para Dalic era que, salvo el citado disparo de Gavi, Livakovic no había sufrido ningún otro sobresalto. La de Luis De la Fuente era evidente: ni rastro de Modric. Si el madridista no participa, el juego siempre será más pobre, más plano, más previsible, pero Luka se reinventó y con el paso de los minutos supo leer, no ya dónde estaba el balón, sino dónde caería. De ese modo aprovechó un par de posesiones sin dueño para armar sendos ataques a los que solo faltó el remate final.

Pero es que ese fue el sino del partido, el del casi, el del estar a punto de, pero las buenas intenciones no bastan cuando de lo que se trata es de levantar un trofeo. Rodrigo era el único que mantenía el tipo, lo ha hecho toda la temporada en el City con guinda de la Champions incluida, pero el resto de La Roja quedaba desdibujado con el paso de los minutos. Yeremy carecía del punch que se le pide, Asensio era una isla en la banda derecha y Morata no entraba en juego. ¿Y Joselu? Pues Joselu seguía a la espera de que De la Fuente se acordara de él.

Croacia reacciona
Mientras el técnico riojano reparaba ese olvido, Croacia se venía arriba y el tablero se volcaba peligrosamente hacia la portería de Unai. Pasalic dijo adiós al partido con un cabezazo al lateral de la red que muchos de los 20.000 aficionados croatas cantaron como gol. Le relevaba Petkovic, cuyos 193 centímetros dejaban entrever por dónde irían los tiros a partir de entonces. Se experimentaba esa extraña sensación que se vive muchas veces en el boxeo cuando uno de los púgiles empieza a acusar los golpes del rival, cuando ya no es capaz de meter manos, cuando los guantes pesan y la campana entre asalto y asalto parece durar más de tres minutos.

Así que había llegado, ahora sí, la hora de poner en juego lo mejor que descansaba en el banquillo. Ansu Fati y Joselu entraron por Yeremy y Morata con 24 minutos aún por delante. Y vaya si se notó. A partir de ahí, España ganó en verticalidad, con Fabián más participativo, con Ansu lanzando desmarques. En uno de ellos, que entendió como nadie su compinche Jordi Alba, el balón salió despejado hasta caer en la zurda de Fabián, cuya vaselina rozó el larguero. España se lo creyó, subió una marcha más y Ansu volvió a tenerla (85′), pero Perisic salvó casi en la línea de gol cuando todo apuntaba al tanto de la victoria y del título. Livakovic lo abrazó durante cinco segundos. Era lo menos que podía hacer. De ahí al final del tiempo reglamentario, solo Asensio pudo haber evitado la prórroga, pero su remate de diestra salió demasiado cruzado.

Fue una lástima, porque en la primera parte de la prolongación Croacia jugó como no lo había hecho hasta entonces. Es como si Dalic hubiera hecho trizas el guion principal y hubiera dado a sus jugadores un nuevo texto en el que los balcánicos ganaran en protagonismo. Mientras, La Roja se abonaba a un juego perverso: dar mil y un pases pero ni uno al área, donde aguardaba desesperado el pobre de Joselu. ¿Para eso entró en juego el delantero del Espanyol/Real Madrid? España fue ganando peso a medida que pasaban los minutos, pero en ningún momento encontró claridad en los metros finales. Afortunadamente, no sucedió como en anteriores KO’s, como ante Rusia en el Mundial 2018 o frente a Marruecos en el de 2022. Esta vez, el control sin gol nos llevó a la prórroga y penaltis. A la dichosa lotería. Pero esta vez, España guardaba en el bolsillo el décimo premiado. Una pena.
