El Debate sobre el estado de la Nación es el acto de control al Gobierno más importante en la sede de la soberanía nacional. Y, sin embargo, no se celebra desde hace ya siete años. Sánchez está a punto de cumplir cuatro en La Moncloa y no lo ha convocado nunca.
NotMid 16/04/2022
EDITORIAL
Es de una enorme gravedad democrática la degradación que está sufriendo el Parlamento en esta legislatura. Y a ello contribuye de modo decisivo el presidente del Gobierno que, desde su llegada a Moncloa, ha demostrado alergia por la rendición de cuentas. A ningún dirigente en minoría, como le pasa a Pedro Sánchez, le seduce la idea de someter sus decisiones al escrutinio del Congreso, donde queda retratada su precariedad parlamentaria. Pero cuando se gobierna de un modo tan cesarista, con tal desprecio por el Hemiciclo, creyéndose revestido de los poderes propios del jefe de Estado de un sistema presidencialista, se ataca la función de contrapoder que toda democracia reserva a su Parlamento.
El ejemplo más elocuente lo tenemos en la resistencia numantina del sanchismo a celebrar el Debate sobre el estado de la Nación. Es el acto de control al Gobierno más importante en la sede de la soberanía nacional. Y, sin embargo, no se celebra desde hace ya siete años. Sánchez está a punto de cumplir cuatro en La Moncloa y no lo ha convocado nunca. Siempre encuentra alguna justificación para escamotear las explicaciones de su gestión y asumir las críticas y alternativas del arco parlamentario. Cuando no es por la celebración de elecciones es por otras causas como los sucesivos estados de alarma durante la pandemia de los que precisamente abusó el Ejecutivo para gobernar por decreto con poderes casi onmímodos sin dar cuentas de nada, devaluando de un modo tan preocupante nuestra democracia.
El pasado diciembre, Moncloa aseguró al fin que iba a celebrarse el Debate sobre el estado de la Nación en el primer trimestre de este 2022, durante el periodo de sesiones de febrero y marzo. Pero, una vez más, ha sido otra promesa incumplida, como si burlar a los grupos de la oposición no constituyera en realidad una afrenta al conjunto de la ciudadanía. El ministro de la Presidencia declaró más recientemente que la convocatoria tendrá lugar antes de julio. Cuán largo me lo fiáis, que diría Don Quijote. Lo cierto es que, como hoy publicamos, a día de hoy no hay ninguna fecha, ni siquiera aproximada, marcada en el horizonte. El calendario ofrece la posibilidad del mes de mayo y la primera quincena de junio. Pero en el Partido Popular y otras formaciones se malician que Sánchez está desesperado por encontrar algún momento más propicio a sus intereses que difícilmente va a hallar en medio de la actual situación de crisis energética, de marasmo económico y de fuertes repercusiones de la guerra de Putin en Ucrania.
La convocatoria del Debate corresponde en exclusiva al Gobierno. Pero ante la mala praxis a la que asistimos se antoja necesario que tal como exigen algunos partidos se regule por ley su celebración. A Sánchez le gusta mucho el escaparate y se multiplica en sucedáneos de ruedas de prensa como los famosos Aló presidente durante el estado de alarma. Pero cada vez que puede se pasa meses sin rendir cuentas donde toca, en el Parlamento. Triste es la deriva del Legislativo a la que nos lleva el sanchismo con permiso de sus socios.
Agencias