El experto británico en derecho internacional impulsa un tribunal especial para juzgar la invasión y la guerra en Ucrania como “crimen de agresión”. Es autor del libro “Calle Este-Oeste”, en el que narra la historia de los abogados que acuñaron en Lviv los conceptos de genocidio y crímenes contra la humanidad
NotMid 07/04/2022
Resto de Europa
A veces, las herramientas para hacer justicia no alcanzan o son obsoletas. A veces, determinados episodios despiertan la conciencia de los juristas y obligan a diseñar nuevos dispositivos legales. La invasión y la guerra en Ucrania parecen ser uno de esos momentos clave en el derecho internacional. Un reconocido grupo de juristas, intelectuales y políticos de todo el mundo ya le pusieron la firma al llamado Justicia por Ucrania, una convocatoria a conformar un tribunal internacional especial para juzgar al presidente ruso Vladimir Putin por el crimen de agresión. El texto dice así:
El acto de invasión es en sí mismo un crimen contra el pueblo ucraniano. El presidente Putin y quienes planearon el ataque han cometido un crimen de agresión. Actualmente, la Corte Penal Internacional (CPI) investiga los crímenes de guerra cometidos como consecuencia del ataque. Sin embargo, hay una brecha: la CPI no puede investigar el crimen de agresión a menos que sea remitido por el Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia, como miembro de la ONU, tiene derecho de veto sobre esto, que, por supuesto, ejercería de inmediato. Por lo tanto, estamos pidiendo un tribunal internacional para juzgar al presidente Putin por el crimen de agresión. Esta no es una idea nueva: hace 80 años, los líderes mundiales se reunieron en Londres para crear un marco legal para enjuiciar a los criminales de la Segunda Guerra Mundial. Este marco legal resultó en los juicios de Nuremberg, en los que se condenó a 161 criminales de guerra.
La propuesta (puede leerse en este sitio: https://justice-for-ukraine.com/) cuenta con más de 100 grandes firmas, incluidas la del el ex primer ministro británico Gordon Brown y otros ex jefes de gobierno y presidentes como el brasileño Fernando Henrique Cardoso, los escritores Siri Hustvedt y Paul Auster, el ex fiscal del Tribunal Militar de Nuremberg Benjamin Ferencz, el académico y escritor Timothy Garton Ash y Sir Nicolas Bratza, ex presidente del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, entre otros. Quien está detrás de este proyecto es el reconocido jurista y escritor británico Philippe Sands (Londres, 1960), profesor de derecho internacional y consejero de la reina, autor de los celebrados libros Calle Este-Oeste y Ruta de escape. Es precisamente Calle Este-Oesteel libro al que hay que apuntar por estos días, un libro de género híbrido en el que Sands narra el modo en que fueron acuñados dos conceptos legales – “crímenes contra la humanidad” y “genocidio” – y cómo esas ideas, esa filosofía y la vida de sus autores se cruzaron con la vida de su propio abuelo.
Philippe Sands
En su libro, Sands -quien actuó en destacados juicios internacionales celebrados en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y en la Corte Penal Internacional de La Haya, incluyendo los casos de Pinochet, la guerra de la ex Yugoslavia, el genocidio de Ruanda, la invasión de Irak, Guantánamo y Georgia-, cuenta cómo los juristas Hersch Lauterpacht y Raphael Lemkin crearon esos conceptos cuando eran profesores de Derecho en la ciudad que primero fue Lemberg, luego Lwów y ahora es Lviv. Hay detrás de esta historia de las ideas una compleja y fascinante disputa legal que reorientó el destino de los juicios de Nuremberg y, también, lo que sería de ahí en más el derecho internacional.
Infobae entrevistó a Philippe Sands, quien respondió un cuestionario por correo electrónico. Lo hizo con la cordialidad de siempre, la misma que mostró durante su visita a Buenos Aires en 2019, cuando pasó unos días en esta ciudad durante el festival literario FILBA, poco después de la salida de su libro en español.
La historia no desaparece así porque sí y la guerra está a la vuelta de la esquina
-¿Lo sorprendió la invasión de Ucrania del 24 de febrero?
-Es cierto que el asunto viene levando hace largo tiempo, pero la escala y la brutalidad sí me sorprendieron. No es la primera vez que Rusia invade estos territorios: en septiembre de 1914 ocupó Lviv, lo que provocó la huida de decenas de miles, entre ellos mi abuelo; la Unión Soviética regresó en septiembre de 1939 para un segundo bocado, luego nuevamente en el verano de 1944, manteniendo el control hasta que Ucrania logró la independencia en 1991. La generación que vivió esas guerras en Europa ya casi no existe y los europeos que han vivido durante tres generaciones sin experimentar las acciones militares de esta magnitud ahora se sienten conmocionados porque son ajenos a la experiencia personal de lo que significa la guerra. Pero la historia no desaparece así porque sí y la guerra está a la vuelta de la esquina.
-Mientras la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya ya inició una investigación por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, usted insiste con la necesidad de establecer un tribunal especial por Ucrania y acusando a Rusia de “crimen por agresión”. ¿Por qué?
-Junto a las investigaciones de la CPI, también se están llevando a cabo procedimientos en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo y en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. Pero hay un vacío en estos asuntos internacionales: ninguno tiene jurisdicción para investigar y enjuiciar el “crimen de agresión” que se está perpetrando en el territorio de Ucrania y por eso necesitamos un tribunal penal internacional especial. A partir de 1939, había básicamente un tipo de crimen internacional relevante, y eran los crímenes de guerra. En 1945, en Londres, quienes redactaron lo que sería el estatuto de Nuremberg analizaron por qué iban a enjuiciar y acusar a los nazis. No había crímenes tipificados para lo que había sucedido, así que básicamente tuvieron que inventarlos. Los llamaron crímenes de lesa humanidad, genocidio y lo que entonces llamaron crímenes contra la paz, que hoy es el crimen de agresión: en concreto, librar una guerra manifiestamente ilegal. Creo que las sanciones y las medidas financieras por sí solas no pueden abordar este grave desafío. Se necesita más. Ahora existen reglas claras establecidas, redactadas después de la Segunda Guerra para protegernos. Están reflejadas en la Carta de las Naciones Unidas, lo más parecido que tenemos a una constitución internacional. Son los compromisos más significativos de la carta los que Putin ha triturado,junto con otros compromisos, como el Memorando de Budapest sobre garantías de seguridad de 1994, por medio del cual Ucrania vendió sus capacidades nucleares a cambio de compromisos sobre la independencia, el respeto por la integridad territorial y la no uso de la fuerza.
Un empleado del cementerio local, sentado cerca de los cadáveres de civiles que fueron recogidos de las calles en Bucha, en las afueras de Kiev. (REUTERS/Oleg Pereverzev)
-Si se creara un tribunal especial, ¿podría ser condenado Putin? ¿Se puede condenar al líder de un país que no firmó el acuerdo para la formación de ese tribunal?
-La CPI tiene jurisdicción sobre crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y agresión: tiene cobertura sobre los rusos que cometan cualquiera de estos crímenes en el territorio de Ucrania, incluido el Sr. Putin. Se necesitaría un nuevo tribunal penal especial para internacionalizar el propio crimen de agresión de Ucrania.
-Recién hablaba de “guerras manifiestamente ilegales”. ¿Hay guerras legales?
-Esta guerra no puede justificarse como defensa propia y no ha sido autorizada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La CIJ (Corte Internacional de Justicia) le ha ordenado a Rusia que se detenga y se retire. El incumplimiento de Rusia de esa orden legalmente vinculante es una clara violación del derecho internacional.
-Si pensamos en el tema de la formación de tribunales internacionales, ¿es una buena noticia que el presidente de Estados Unidos sea alguien como Joe Biden?
-¡Sin dudas es mejor que Trump!
-Se ha escuchado tanto a Biden como a Zelensky, y a otras figuras políticas, calificar a Putin de criminal de guerra. ¿Es eso correcto en términos legales?
-No creo que sea prudente referirse a Putin como criminal de guerra. Todo indica que se han cometido crímenes de guerra, así como crímenes de lesa humanidad, pero probar la responsabilidad individual de esos crímenes es una cuestión de evidencia. Irónicamente, fue un jurista soviético, Aron Trainin, quien hizo gran parte del trabajo preliminar para introducir en el derecho internacional los “crímenes contra la paz” (hoy llamados “crimen de agresión”), de modo que fueron en gran parte sus ideas las que persuadieron a los estadounidenses y a los británicos para incluir los ‘crímenes contra la paz’ en el Estatuto de Nuremberg. Putin conoce todo sobre Núremberg: su hermano mayor murió en el sitio de Leningrado a los dos años y él mismo ha sido un defensor de la famosa sentencia de 1946 que declaró culpables de ‘crímenes contra la paz’ a Goring, Hess y Von Ribbentrop, entre otros. Que Putin coseche lo que ha sembrado. Que se enfrente al legado de Núremberg y se lo investigue personalmente por esta atroz agresión.
“Calle Este-Oeste” es el libro de Philippe Sands en el que narra la historia de cómo se concibieron en la ciudad de Lviv los conceptos fundamentales del derecho internacional “crímenes contra la humanidad” y “genocidio”, en una trama que vincula con su propia historia familiar
-Lviv se convirtió en el centro de gran parte de la prensa internacional y, por lo tanto, en la ciudad ucraniana que gran parte del mundo estaba observando en los primeros días de la guerra, cuando comenzó la ola de refugiados. ¿Cómo vivió esas imágenes de la ciudad donde nació y vivió su abuelo y sobre la que escribiste su famoso libro Calle Este-Oeste?
-La guerra se siente más personal porque ocurre en la ciudad de mi abuelo, un lugar que he llegado a conocer bien y en donde tengo muchos amigos. Estuve allí por primera vez en octubre de 2010 para dar una conferencia sobre “crímenes de lesa humanidad” y “genocidio”, dos crímenes acuñados en 1945 para los famosos Juicios de Nuremberg, en los que los ex jerarcas nazis fueron acusados y juzgados como criminales de guerra por un tribunal militar internacional. Como académico y abogado, los delitos internacionales son mi especialidad. En ese momento decidí aceptar la invitación a Lviv, una ciudad en el oeste de Ucrania, después de darme cuenta de que alguna vez se llamó Lemberg y fue allí donde nació mi abuelo León, cuando la ciudad pertenecía al Imperio austrohúngaro.
Encontré la casa donde él nació y supe que había huido de la ciudad en septiembre de 1914 a los diez años, con su madre y dos hermanas, refugiados de las fuerzas de ocupación rusas que ya habían asesinado a su hermano. En las últimas semanas, miles de refugiados han vuelto a la estación de trenes de Lviv desde la que León se dirigió hacia el oeste, nuevamente tratando de escapar del ataque ruso. Sorprendentemente, también descubrí que los inventores de esos dos términos legales ‘crímenes contra la humanidad’ y ‘genocidio’ habían estudiado en la misma universidad que me había invitado para dar mi conferencia.
-¿Qué le debemos a Lauterpacht y a Lemkin? Ambos pusieron el foco de manera diferente, uno privilegiando la figura de los individuos en el concepto de crímenes contra la humanidad y el otro, en los grupos y la posibilidad de su exterminio, con el concepto de genocidio. Si prestamos atención a lo que está sucediendo en Ucrania, ¿deberían nuestros ojos estar puestos en las personas o en los grupos afectados?
-Todos somos individuos y miembros de muchos grupos: Lauterpacht y Lemkin nos enseñan eso.
Evacuados del Este de Ucrania, cerca de la estación de trenes de Lviv, la ciudad que es central en el libro de Sands, “Calle Este-Oeste”. La foto es de los primeros días de la invasión rusa (Yuriy Dyachyshyn / AFP)
-Los juristas que acuñaron los términos “genocidio” y “crímenes contra la humanidad” nacieron en Lviv y el presente encuentra a Ucrania nuevamente como escenario de barbarie. ¿Cómo puede explicarse esta cruel paradoja?
-Creo que la paradoja es difícil de explicar, pero ofrece una forma de entender por qué el presidente Zelensky ha evocado aquellos antiguos crímenes internacionales en apoyo de su esfuerzo por movilizar a su pueblo y su país. De una manera muy real, en un sentido de ida y vuelta, los crímenes contra la humanidad y el genocidio están cerca del corazón de Ucrania.
-Putin justificó la invasión en los argumentos de “desnazificación” y “desmilitarización” de Ucrania pero también en lo que llamó genocidio en el Este. Zelensky también habla ahora de genocidio, especialmente después de la masacre de Bucha. ¿Es apropiado usar esa categoría?
-Tengo claro que parecen estar ocurriendo crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, pero el umbral para calificar de genocidio en la ley hoy es alto, y en principio no me parece que se haya cruzado. Mi propia visión es que el genocidio debería tener una definición amplia, debemos constantemente evolucionar, cambiar. ¿En el 33, si hubiéramos estado hablando, te puedes imaginar que alguien que trabajara para el Estado e implementara una orden para matar a un gran número de personas sería responsable de un crimen internacional? No, la gente se reiría. Se pensaba que el Estado podía matar. El trabajo de las nuevas generaciones es decirnos a nosotros en qué estamos equivocados, qué es lo que tiene que cambiar. A eso tenemos que apuntar. Yo tengo hijos, tú tienes hijos; mis hijos me dicen “eres muy conservador, por qué no puedes ser de esta otra forma”. Por ejemplo, el tema de los transgénero o transexuales; mis padres eran de una generación en la que los homosexuales eran vistos de otra forma. Pero para mis hijos los transexuales son algo completamente normal. Lo mismo con la concepción del genocidio.
Este es el momento de demostrar que el derecho penal internacional se aplica a todos, incluso a los más poderosos.
-Muchas personas en nuestros países latinoamericanos desconfían de la utilidad de los tribunales internacionales porque sostienen que los líderes del Occidente próspero nunca son condenados. ¿Qué podría responderles?
-Este es el momento de demostrar que el derecho penal internacional se aplica a todos, incluso a los más poderosos. Pero sí, hay un doble rasero: siempre pensé que la guerra de Irak también era manifiestamente ilegal y milité por eso.
-Rusia parece estar retirándose y, así como es difícil explicar por qué inició la invasión, existen dudas sobre las próximas acciones. ¿Cómo imagina que terminará la guerra?
-Temo que vaya sobre el Este, que lo que viene sea brutal y largo, y que el mundo se aburra… No debemos permitir que eso suceda, como tampoco que domine la impunidad.
-¿Cree que finalmente habrá condena para Vladimir Putin y quienes lo acompañan desde el gobierno en esta guerra o simplemente pagarán en la Justicia soldados y funcionarios menores?
-La historia demuestra que todo es posible.
Agencias